Amor

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- Sungkyu... tú... ¿me quieres? -

¿Qué es el amor? ¿El amor existe? ¿Es real? Tal vez amar era una palabra muy grande para el vocabulario de Kim SungKyu, pero que tal... querer. Nunca había pensado en ello. Para él no eran mas que sensaciones. Su deseo de hacer feliz a la gente. Por ejemplo, Woohyun. ¿Cómo hacía feliz a Woohyun? Con besos, tomándolo de la mano, recogiéndolo de su entrenamiento, llevándolo a cenar, y por supuesto, haciéndole eso que Woohyun llamaba "amor". Ahí estaba esa palabra otra vez. Creo que Sungkyu nunca había dicho algo así, algo como "te amo", ni siquiera a su madre. Ni siquiera a alguna de sus muchas novias. Tal vez eso era algo que no existía, sin embargo, había algo que últimamente lo había hecho sentir muy bien, es decir desde que llegaron a su vida. Sus elegidos por supuesto. Y el mas especial de ellos era Woohyun. Aunque a veces era muy sentimental. Pero eso se solucionaba fácilmente. En fin, cada elegido lo hacía sentir de una manera diferente, genial, de cualquier forma. Su vida había cambiado desde que los conoció.

- ¿Kyu...? - repitió Woohyun, asustado de no recibir respuesta. El mencionado se acercó y lo besó. Un beso dulce. Nunca había sentido un beso tan dulce. Después de eso, Woohyun y Sungkyu hicieron aquello que se llamaba "amor".

Las luces de la fiesta estaban a todo color, tanto, que se veían desde mas de cinco cuadras de distancia. Era una luz magnifica, pensó Sungyeol. Ojalá él tuviera una así en su habitación. Tal vez pudiera ser una gran luz de noche, aunque con ella, tal vez ya no sería de noche. Sonrió.
Sungkyu estacionó el carro justo enfrente de la casa, en un lugar que graciosamente estaba desocupado, a pesar de que en todos los alrededores de la casa no había ningún otro lugar. Como si estuviera reservado solo para él. Bajaron lentamente, y todos entraron al mismo tiempo a la mansión. La gente estaba feliz de ver a los elegidos llegar, cada uno de ellos tenía un espíritu increíble, y un gran aguante para el alcohol. Por supuesto, no siempre fue así...

Myungsoo se dedicó a tomar fotos de sus amigos, estaba asombrado de los milagros que esta maravillosa luz podía hacer en los espacios. Vio una puerta al fondo, y decidió entrar para poner su cámara y así salir a la fiesta, era al parecer el cuarto del anfitrión. Lentamente, comenzó a acomodar cartucho por cartucho, como si estuvieran formados en la fila del súper. Y al final, colocó su cámara.
De repente se abrió la puerta y alguien cayó de bruces contra el piso, tan fuerte que no se podía parar. Myungsoo corrió a ayudarlo tan rápido como pudo, pero al ir corriendo tropezó con la alfombra. El joven que había caído primero, a pesar de estar borrachísimo, acudió a ayudarlo en cuanto lo escuchó caer. Pero no se podía levantar ni él solo. En todo el movimiento, sus labios quedaron increíblemente cerca. Se miraron a los ojos unos segundos.
- ¿Sungyeol? - susurró Myungsoo contra la boca del mencionado, quien al escuchar su nombre soltó una risita tonta. El menor respiró nervioso. Segundos después lo ayudó a pararse, lo llevó casi cargando a la cama, y ahí lo recostó. Con mucho cuidado, le quitó los zapatos y tomó una manta con la que lo tapó de los pies al cuello. Entonces, cuando estaba tapándolo del cuello, notó una pestaña que se le había caído y reposaba tranquila en la mejilla del casi bello durmiente. Myungsoo se acercó, al principio con miedo, y retiró cuidadosamente la pestaña. El rostro de Sungyeol, ya dormido, parecía muy pacífico. A diferencia de cuando estaba despierto, que era todo un niño juguetón. Eso le gustaba mucho a Myungsoo. Le parecía tierno. Miró una vez mas ese lindo rostro, quizá no iba a tener otra oportunidad de verlo tan de cerca otra vez, así que debía aprovechar. Con este pensamiento en mente, lo besó.

Los Elegidos de Kim SungKyuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora