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—Bueno, ¿Y van a soltar la pepa o no? Par de maracos. —Dijo el Nico.

Nos reímos. Yo y el Edgar teníamos las manos tomadas, y era obvio que algo pasaba, estaba demasiado rojo, y nervioso, por lo demás. Habíamos quedado en no decirle nada a los chiquillos hasta que pasara un poco de tiempo, y han pasado dos meses.

Nos pasamos po.

Miré al Edgar, y este me sonrió.

—Estamos pololeando.

Los chiquillos abrieron los ojos como plato, y después se tiraron encima de nosotros. Decían a cada rato "felcidades, los queremos caleta" o "Ya cachabamos".

Fue todo bastante agradable. Absolutamente nadie me webiaba ahora. Ya no se escuchaban esos típicos "emo culiao", habían dejado de existir, y eso me hacía sentir aún mejor.

La Sofía ahora es mi amiga, con la que pude contar con el secreto de mi pololeo con el Edgar. Ya no hay más mariconerías de nadie.

¿Esto es verdad? ¿O demasiado perfecto para ser real?

Porque si no es real, por favor, que alguien me peñizque para despertar.

O quizás no.

Pero me doy cuenta de que es real, y me siento más feliz que la cresta. Ya no estoy tan depre, tomo las pastillas de manera responsable, me he olvidado de lo que era cortarme, mi familia está feliz con eso, y yo me siento mucho mejor.

Todo está mejor así como es ahora, y espero que nadie se interponga en esto.

Estoy demasiado estable, y no quiero caer, porque los porrazos duelen bastante.

El Edgar me hace muy feliz...

•••

Pico con manjar♡

emo; ednaikoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora