40 {epílogo}

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Terminó de leer las cartas, una por una, y cumplió la voluntad de Naiko; quemó la mitad, la otra la convirtió  en pequeños pedazos, y las arrojó por la ventana.

Sonrió haciendo estas acciones. Sabía que Naiko iba a sentirse feliz, estuviese en el lugar en el que estuviese.

Había sido el amigo postal de Nicolás.

¿Quieres saber quién es?

Juan, o mejor dicho, Keke.

El amigo que había hecho cuando estuvo internado. Naiko le comentó sus ganas de suicidarse. Keke le dijo que no lo hiciera, pero no pudo convencerlo.

Naiko le mandaba cartas, y él se las respondía.

Y el deseo de Naiko, era que las cartas fueran quemadas, o lanzadas por una ventana en lo alto.

•••


Nada cambió. O tal vez sí.

Todos pudieron seguir con sus vidas normales luego de la muerte de Naiko.

El día del funeral, asisitieron muchas personas cercanas. Edgar asistió, pero se fue al cabo de veinte minutos. Nicolás y Jaime no asistieron.

En el liceo, todo el mundo trató el tema con respeto.

Nadie volvió a hablar sobre Naiko.

Así, pasaron dos años.

En la graduación de cuarto medio, se hizo un homenaje a Naiko.

Edgar se sentía mal. Pero trató de ser más optimista.

Nicolás y Jaime jamás tocaron el tema de Naiko.

Entraron a la universidad. Edgar no podía sacar a Naiko de su cabeza, siempre pensaba en él.

Sabía que jamás podría olvidarlo.

Pero sí, consideró odiarlo.

Le quitó un sentimiento real, un sentimiento puro que nunca había experimentado.

Cada día, después de clases, iba al cementerio, y dejaba flores en su tumba.

Sin embargo, un día vio algo inusual.

Allí había una carta, en el sombre decía "Edgar" con una letra enorme.

Lo tomó, y se sentó en el pasto.

Y allí, otra voluntad de Naiko.

"Keke, si algún día me muero, deja que pasen dos años, exactamente dos años, y deja esta carta para el Edgar en mi tumba".

La abrió, y comenzó a leerla.

Edgar.

Si lees esto, obviamente estaré muerto, y ya habrán pasado dos años de mi muerte.

Le pedí al Keke que dejara esta carta, sólo para ti.

Te amé. No lo dudes. Yo te amé mucho. Y aunque hiciste tus mayores esfuerzos para hacerme feliz, nunca conseguí serlo. Mi depresión fue mucho mayor.

emo; ednaikoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora