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—¡Naiko!

—Weon, quizás salió. —Intervino Jaime, tocando el hombro de Edgar.

—Nos hubiese dicho.

—No va a clases hace más de una semana, y no me habla ni por mensajes, me tiene preocupado weon.

Edgar miró a Nicolás desalentado por su aporte a la conversación. ¿Qué le había pasado a Naiko? No lo veían hace tiempo.

—Haber, vamos, me acuerdo que el Naiko me enseñó un truquito para entrar cuando no tenía llaves.

¿Saltar la pared era acaso la gran cosa? La verdad, no, pero cuando Naiko lo hacía, Nicolás se reía y quedaba admirado por la habilidad que tenía Naiko en eso.

Cuando ya estaban en el patio trasero, Nicolás abrió la ventana cercana, y fueron pasando de a uno.

En la casa no había nadie, y no se sentía ni el vuelo de una mosca, hasta que la caída de algo al suelo los alarmó.

Jaime y Edgar recorrieron la casa, buscando algún posible 'asaltante', mientras que Nicolás recorría el segundo piso de la vivienda.

—¡Naikoo! ¡Weon, ya po!

Fue a la pieza de este, pero sin éxito, ya que no lo encontró.

Nicolás suspiró, y siguió recorriendo el segundo piso.

Incluso fue a la pieza de la hermana de Naiko, y no había nadie allí.

Se cruzó de brazos, y su última idea fue ver el baño.

Al acercarse a dicha puerta, le surgió un escalofrío, meneó sus brazos, y luego abrió la puerta.

Su corazón se detuvo, y en cosa de segundos, volvió a latir.

Literalmente, se apretó.

—¡Jaime! ¡Edgar!

Ambos en la planta baja se miraron confundidos, y subieron la escalera corriendo apresurados.

Vieron a Nicolás, plantado en la puerta del baño, y con un aparente estado de shock.

—Weon.... El... El Naiko.

Murmuraba, y le temblaba el labio, de manera incontrolable.

Nicolás salió de la puerta, tirándose al suelo, abrazando sus rodillas.

Naiko estaba tirado en el suelo, con los brazos en la tina, y todo, pero absolutamente todo su alrededor estaba lleno de sangre y pastillas.

—Jaime, llama a una ambulancia weon.

Edgar caminó hasta Naiko, quien obviamente estaba inconsciente. Sacó sus brazos del agua, y le tomó el pulso.

Por lo menos todavía tenía latidos.

•••

Los tres estaban en la sala de espera. Jaime abrazando a Nicolás, quién no dejaba de llorar. Aún seguía en shock.

—¿Parientes o cercanos a Nicolás Larrere?

—Nosotros. —Respondió Edgar.

—¿Qué son del paciente? —Preguntó la enfermera.

—Amigos.

Ella los miró.

—Normalmente no dejamos que personas que no son familiares vean al paciente, pero haré una excepción con ustedes.

emo; ednaikoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora