Capítulo 4

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Capítulo 4.

Hay estaba yo, con la mano entrelazada con Nicolás corriendo a todo lo que mis piernas podían. De repente él me toma por sus brazos y me dice en el oído (aun corriendo) –Eres demasiado lenta-Con un sonrisa en los labios veo cómo pasan los arboles a nuestro lado, con los cabellos azotándose en mi cara.

Cuando despierto, me doy cuenta que estoy en una cama con mantas de color azul, recuerdo que había escapado con Nicolás y me incorporo rápidamente alisando mis cabellos alborotados y mirando mi ropa con cara de asco, me meto en el baño que está dentro de la habitación y me doy una ducha, recordando que no tengo nada que ponerme tomo una playera del guarda ropa de Nicolás, y me la pongo, me miro en el espejo que tiene en el baño y noto que me queda enorme, lo suficiente como para apenas tapar mis muslos y se viera una parte de mi ropa interior, mi pantalón estaba tirado en el suelo del baño, lo tomo en mis manos y veo que está realmente sucio, así que decido salir así de la habitación.

Me encuentro a Nicolás dormido en el sillón de la sala con una ligera manta de color verde despintada revuelta a su lado, me acerco un poco y veo que abre los ojos, y retrocedo unos cuantos pasos.

-Veo que ya despertaste dormilona- Y baja su mirada fisgona hasta mis muslos- Te queda bien ese color- Dice señalando mi playera, con una sonrisa traviesa.

-Mi ropa estaba echa un desastre y no tenía nada que ponerme- Dije mientras me sonrojaba.

Él se pone de pie y se me queda viendo con una mirada crítica, me toma las muñecas y revisa mis cortes.

-Creo que ya se están curando-

Me reviso las heridas y él tenía razón mis cortes se estaban curando, tomo aire y aparto mis manos de las suyas, él se dirige a la cocina y yo lo sigo como un perro siguiendo a su mamá, antes había estado hay cuando mi madre se enojó conmigo y no tenía a donde ir más que a mi casa y decidí ir con Nicolás, vivía en un departamento a las afueras de la cuidad, ya hace tiempo que no vivía con sus padres, pero mi madre y su madre siguen siendo muy buenas amigas.

-Recuerdas cuando jugábamos de niños- Dije más por mis adentros que para él.

-Si lo recuerdo, también recuerdo que me querías-Vio mi cara de putrefacción y añadió- No te culpo nadie se resiste a mi encanto- Me giño un ojo, y acto seguido me tomo por la cintura y me atrajo a él, por alguna razón yo no proteste y le di un beso, el me lo devolvió, yo ya estaba pegada en la pared dándole besos cuando el deslizo sus manos a mis caderas, recordando que lo único que me cubría era una playera vieja y enorme, le dije en el oído:

-Creo que…-Pero el ya se había alejado de mí con un brillo en los ojos, me dio un beso en la mejilla y me dijo:

 

-Bueno basta de besos, que quieres desayunar? O mejor dicho comer, ya es tarde. 

El amor es un misterio.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora