Por Siempre

Dos

Esa tarde pude descubrír algo: todo lo que decían de él, era cierto. Era problematico, le gustaban las peleas, era un vago y también fumába. Sin embargo en contra de lo que yo esperaba no me trataba mal, ni me amenazaba con golpearme cada dos por tres. Ea más, a mi me parecía un chico de pocas palabras.

Me había pasadó con él toda la mañana y al salir de la escuela me esperaba junto al portón...eso hizó que todos se me quedarán viendo, preguntándose "¿cuanto tiempo tardara en sufrir un accidente?"  yo también me preguntaba lo mismo.

Sin embargo, no me esperaba que terminaramos sentados en la banca de un parque. Y mucho menos me esperába que me comprara un Sandwich para sustituír el almuerzo que, obviamente, me perdería ese día. Realmente no me importaba mucho estar fuera de casa, total mis padres trabajaban y no había nadie que les informara de mi ausencia.

—¡Oye, enano!— dijó inclinandose al frente y recostando los codos sobre las rodilla.

—¿Qué?

—Ve y comprame unos cigarrillos.

Arrugué la frente.

—No creo que me los vendan. — con mi apariencía nadie en su sano juicio me vendería cigarrillos y menos si me veía con la ropa de la escuela.

—Tú solo ve y díle que son para mi.

Lo pensé un momento y al final decidí que daba igual.

—Esta bien.

Caminé hasta un pequeño negocio que había a la vuelta de la esquina y pedí los cigarrillos. El dueño me vio de pies a cabeza negandome lo que le pedía y entonces hice lo que Ethan me dijó.

—No son para mí — el hombre asintió con expresión burlona. — Son para Ethan Harmond.

Para mi sorpresa el hombre se dio la vuelta y me entregó una cajetilla de malboros, saqué dinero de mi bolsillo, los pagué y volví tranquilamente junto a Ethan.

—¡Tenías razón! — dijé con una sonrisa mientras le tendía la cajetilla.

Él solo asintió complacidó y me entregó un billete que cubría el precio de los cigarrillos. Lo vi arrugandó la frente, entonces se rió.

—¿Creíste que no te pagaría?

—Supongo...

—Que tonto eres.

Dio una palmada en la banca pidiendome que me sentára junto a él y lo hice sin dudar.  Volvió a revolver mi cabello sin dejar de sonreir.

Entonces me di cuenta de algo, Ethan no era malo, al menos no conmigo y aunque era extraño que el hombre de la tienda me diera los cigarrillos al escuchar el nombre de Ethan... No le preste demadiada atención.