Por Siempre

Seis

Desde que Robert había resuelto mis dudas, no podía quitarme esa incomodidad al estar cerca de Ethan, pero él parecía no darse cuenta.

Ese día estabamos sentados bajo un árbol en el patío traseri de la escuela. Ethan estaba  cantando Take it for me de Kongos y a decir verdad, tenía una voz increible, muy afinada. Yo por mi parte trataba de comer mi refrigerio, dandole miradas de reojo de vez en cuando.

"A Ethan no le gustan los chicos" me repetía  una y otra vez, pero el tema no dejaba de darme vueltas en la cabeza llevándome al borde de la desesperación.

—Oye ¿Qué te pasa?— preguntó Ethan lanzándome una piedrecita que golpeo suavemente mi pecho.

—¿A mí? Nada— clavé la vista en mi Sandwich a medio comer.

—Enano, enano. Eres pésimo mentiroso. — se movió hasta quedar sentado frente a mí. Sus ojos verdes se aferraron a los mios cortandome la respiración y acelérando mi corazón. Eso me asusto. — Si no me lo dices, voy a tener que torturarte hasta que lo sueltes.

— Es que no me pasa nada...

Ni bien lo dijé se lanzó sobre mi, sus manos se colaron por debajo de mi camisa. No tenía idea de como se había enterado de que mi punto débil eran las cosquillas.

Me retorcía pidiendole que parara, pero la risa me dificultaba la tarea.

—¡ya...ya...ya! — Mi estomago dolía de tanto reir. Se detuvó pero no alejo sus manos. — Lo que sucéde es que ya se lo que significa lo que hiciste el otro día.

Su frente se arrugo con confusión.

—Ya sabes...cuando me soplaste el humo del cigarro en la boca...

Una sonrisa maliciosa se dibujó en sus labios y sus ojos se iluminaron. Fue entonces cuando repare en nuestras posiciones: yo estaba tumbado en la grama, mientras el estaba sentado a hocajadas sobre mis piernas y sus manos se colaban por debajo de mi camisa. Mis mejillas enrojecieron al instante.

—Vaya...—se inclinó y coloco sus labios junto a mi oreja —supongo que ahora que lo sabes, las cosas se pondrán interesantes.

Sus palabras provocaron un estremecimiento en todo mi cuerpo, pero justo antes de que pudiera decir algo...el timbre que anunciaba el fin del receso, sonó.

Ethan se puso de pie y extendió su mano para ayudarme a ponerme de pie.

Sus sonrisa, esa sonrisa maliciosa, no desaparecío de sus labios el resto de la tarde.