Tres

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Los profesores empezarón a preocuparse por mi cercanía con Ethan. Negaban con las cabezas cuando me veían junto a él, e incluso buscaban la manera de retenerme más tiempo para que no me acercara a él. A mi en lo personal me hacia mucha gracia, y estaba seguro de que Ethan disfrutaba de los intentos de los profesores por alejarnos.

Un día el profesor de historía y la maestra de biología me detuvierón y mellevaron a un salón vacío para hablar. Sus semblantes eran serios y a la vez preocupados.

—Haber, Allen — empezó la señorita Tod — el profesor Well's y yo estamos muy preocupados...nos hemos dado cuenta de que pasas demasiado tiempo con Ethan Harmond.

— Así es ¿Tiene algo de malo? —pregunté con inocencia.

—¡No! — dijó el profesor Well's — A menos  que te este forzando a hacerlo.

Sonreí, porque de hecho yo también esperaba eso en un principio, que Ethan me obligara a ser su secuaz malvado o algo así. De hecho era bueno conmigo.

—Para nada — me encogí de hombros— Ethan y yo somos amigos.

Mi respuesta no les gusto porque ambos arrugaron la frente, incluso parecían estar sincronizados.

—Bueno, tampoco creo que el joven Harmond, sea una buena compañia para tí. — Puntualizó la señorita Tod acomodandose un mechon de cabello tras la oreja.

— Podría darte una mala reputación. — probablemente el profesor Well's tubiera razón pero francamente me tenía si  cuidado.

—Lo dudo, pero no se preocupen, no me meteré en problemas y mantendré el promedío de mis notas.

—De acuerdo. — sonrieron con falsedad.

Dicho eso, salí del salón de biología y me encamine a la salida de la escuela y como sospechaba ( o mejor dicho, esperaba) Ethan estaba recostado en una de las columnas, esperando a que llegara junto a él para empezar a caminar.

—¿Para qué te querían esos dos?— preguntó mientras expulsaba el humo del cigarrillo.

—Es que les preocupa que estes intimidandome y eso. — Arqueó las cejas con diversión. — Creén  que andar contigo me dará una mala reputación.

—Probablemente tengan razón. — Su sonrisa no era para nada culpable.

—Eso lo sé, pero somos amigos ¿cierto?

—Cierto.

—Entonces no creo que importe.

Bajó su mirada hasta mi y sonrió, luego pasó uno de sus brazos por mis hombros y con la otra mano, revolvió mi cabello.

—¡Ese es mi enano!

No sabí que pasaba conmigo pero debía ser algo muy malo, sobre todo porque no me molestaba el sobrenombre.

Por SiempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora