Ocho

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Desde que nos habiamos besado, no podiamos parar. Lo haciamos a cada oportunidad. En el baño, en el patio trasero, en las aulas vacias, escondidos entre los arboles del parque y con cada beso mi corazón se sentía más atado a Ethan.

Un día sábado estaba solo y aburrido en casa, así que hice algo que, creí, ya era tiempo. Lo llamé para que fuera a mi casa ¡y acepto! Mis nervios estaban por las nubes para cuando el llegó, después de todo teníamos la casa para nosotros solos y cualquier "cosapodía pasar.

—¡Hola, enano!—Su sonrisa era maliciosa, como siempre y mentiría si dijera que no me gustaba.

—Ho-hola— me hice a un lado de la puerta —Pasa.

Entró viendo todo a sua alrededor pero su vista termino de nuevo en mí, haciendo que una revolución de mariposas atacara mi estomago. Se acercó con un paso lento y seductor, ya en esa situación era capaz de aceptar que Ethan era jódidamente atractivo. Sin duda lo que más me gustaba eran sus ojos verdes, me hacían sentir seguro.

—¿Estamos solos?— preguntó en un susurro.

—Si...— le respondí de la misma forma.

—¡Genial!

Nuestros labios se encontraron a medio camino, mis sentidos se activaron al instante. En especial el sentido del tacto. Su cuerpo irradiaba calor, cubriéndome y elevando también mi temperatura. Ya no me daba miedo dejarme llevar así que rodeé su cuello con mis brazos y enterré mis dedos en su sedoso, cabello negro. Tuvímos que separarnos en busca de aire.

—¿En dónde esta tu habitación? —preguntó mientras repartía besos por mi cuello.

—A-al final del pasillo...

Camínamos en esa dirección sin soltarnos. Estaba nervioso, pero me moría por estar con él de esa manera . Quería que me tocara en formas que nadíe más lo había hecho, quería pertenecerle completamente.

No cabía duda alguna, me había enamorado de ese chico de ojos verdes.

Por SiempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora