Siete

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No tenía idea de que era lo que me pasaba. Luego de aquel día en el patio trasero. Mi corazón se aceleraba cada vez que Ethan se acercaba y muchas veces me sorprendí a mi mismo viendo sus labios. Lo peor de todo era que él actuaba como si nada hubiera pasado, lo que me llebaba a pensar que yo era el único que veía cosas donde no las había.

Mientras tanto estaba rompiéndome la cabeza con el asunto. Nisiquiera podía concentrarme en la clase de matemáticas, por suerte el profesor sólo hacia un repaso de los temas ya vistos.

Mi teléfono vibro alertandome de un mensaje y sacándome un susto de muerte. Disimuladamente lo saqué de mi bolsillo. Era un mensaje de Ethan y ahí fue  donde mi corazón se desbocó, me confundía la forma en la que me afectaba. Con un poco de miedo, abrí el texto.

"El baño, en cinco minutos"

Me dejó perplejo. A veces hacía eso de sacarme a mitad de una clase. Pero nunca me había pedido que fuera al baño. Sin embargo no dudé en pedir permiso para salir. No fue problema ya que siendo un estudiante destacado a los profesores no les importaba dejarme salir.

Cuando entre en el baño, estaba vacío, lo que me sorprendió. ¿A caso era una broma?

Me disponía a salir, cuando el sonido de la puerta a mis espaldas me alertó. Me gire abruptamente y ahí estaba Ethan. Llevaba unos pantalones cortos, camiseta y deportivas, lo que me indicaba que se había salido de la clase de deportes.

—Ethan...¿Para qué me pediste que viniera aquí?

Me observó por un momento y después avanzó con pasos largos hasta llegar justo frente a mi. Me tomó por la nuca y presionó sus labios contra los mios. Literalmente me paralicé con los ojos bien abiertos. Su otra mano rodeó mi cintura y me acercó aún más. Su lengua recorrió mi labio inferior, un jadeo de sorpresa se me escapo y entonces Ethan aprovechó eso para introducir su lengua en mi boca para adueñarse de ella, la sensación era abrumadora y mis ojos se cerraron por inercia.

Era imposible no dejarme llevar, se sentía demasiado bien. Tuvimos que separarnos en busca de aire y aunque no podía verme, sabía que mis mejillas habían adquirido todos los tonos de rojo posibles.

Se mordió el labio y sonrió sin alejar sus manos de mí.

—No sabes cuantas ganas tenía de hacer esto. — abrí la boca pero ningun sonido salió de esta. — Allen Mosley...eres mi perdición.

—Pe-pero a ti te gustan las mujeres. — susurré.

—No. A mi me gusta un enano de ojos color miel.

Una sonrisa boba tiró de mis labios. Fue entonces que me di cuenta de dos cosas. La primera: a mi también me gustaba Ethan Harmond. La segunda: también deseaba que me besara. ¡Me gustaba un hombre! 

Esta vez fuí yo quien lo besó.

Por SiempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora