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Eran la 2:30 de la mañana y en el tercer piso de ese departamento ubicado la zona norte de Tokio, era el  más animado, no porque hubiese una fiesta ni mucho menos, sino porque uno de sus habitantes estaba completamente borracho y el otro se reía como si no hubiese mañana.

-¿Y qué hiciste? – Pregunta sólo para azuzar la tan divertida conversación del ebrio, quien arrastraba las palabras y decía cada cierto tiempo que no estaba borracho.

-Pues que más voy a hacer, me paré y me despedí de ellos y me vine aquí.

-Jajajaja mentiroso, te tuvieron que traer porque justamente no pudiste pararte.

-Eso es una cruel y vil y... y... muy estúpida mentira, de esas que te inventas.

-Pero que no es mentira, si me tocaron la puerta tus amigos porque no pudiste abrir la puerta tú jajajajajaa

-Cállate Basurakawa.

Oikawa Tooru a sus 32 años consideraba un espectáculo ver a Iwaizumi ebrio, pues él era el primero en abstenerse o prohibirle el consumo de sustancias divertidas, como lo consideraba él. Había una regla de no tabaco dentro de la casa también, así que Oikawa fumaba a escondidas en los descansos del trabajo. Era una muy fea costumbre que trataba de quitarse de encima, pero el stress y el trajín de la vida cotidiana lo habían obligado a adoptar a modo de relajante. Oh, pero ahora mismo tenía una muy buena dosis de relajante natural por parte de Iwa-chan.

¿Cómo había terminado ebrio si él se rehusaba tanto a las bebidas alcohólicas? Pues muy fácil. Esa misma mañana le había deseado suerte para que pudiesen concluir un muy importante contrato con otra compañía, la cual generaría una enorme ganancia. Aquel trato era EL TRATO, de esos que todo asalariado se enorgullece de sacar a colación cuando se habla de trabajo. Iwaizumi estaba encargado de presentar las propuestas, además que con su equipo de trabajo se habían esforzado toda la semana para tener todo el material listo.

Todo fue un éxito, al parecer el "viejo regordete ese" según palabras de Iwaizumi, había quedado maravillado, fue casi inmediato el apretón de manos y posterior firma que legalizaban el acuerdo.

El jefe de Iwaizumi estaba contento hasta la médula, por eso no fue sorpresa que hiciera una excepción por ese día e invitara a todos los de la oficina de desarrollo a comer, por supuesto también a tomar alcohol. Iwaizumi era muy estricto, con Oikawa o incluso con él mismo, pero por algún motivo no puede decirle NO a un superior. El jefe lo atiborraba de comida y servía más alcohol cada vez que veía el vaso de Iwaizumi a medio llenar, además de incentivarlo a que termine de tomarlo en frente de él. Poco a poco los efectos se fueron sintiendo. Al no ser un bebedor constante, su cuerpo no había generado ninguna resistencia a dichas sustancias, así que no salió bien parado de aquella reunión.

Sus compañeros de trabajo aprovecharon el aspecto deplorable del moreno para poder huir de su jefe quien, al parecer, no tenía ningún control. Preguntaron a un muy mareado Iwaizumi dónde quedaba su casa. Los dos chicos conocían a su colega desde ya 2 años, sin embargo lo que sabían de él era tan reducido que hasta parecería gracioso decir que realmente es un compañero de trabajo por tanto tiempo.

"Se va a reír de mi cuando me vea llegar así" empezó a balbucear.

Los dos chicos se quedaron mirando un rato.

-¿Vive con alguien Iwaizumi-san? – preguntó uno de ellos intentando sacarle información

-Seee – arrastró las palabras con dificultad – un dolor de cabeza desde que tengo memoria.

-¿Amigos de la infancia? - Inquirió el otro

-Exacto, esa mierda, amigos de la infancia. ¿Tienes idea de lo que cuesta soportarle? A veces me mira con su cara de cachorro y yo me lo trago, pero otras veces me da ganas de romperle su cara bonita.

Ahora ambos chicos estaban confundidos y su mente voló rápido, asumiendo que vivía con una chica. Bastante fue su sorpresa cuando Iwaizumi, no podría coordinarse para abrir su propia puerta. Terminaba apuñalando a la puerta en algún lugar ajeno al picaporte y después jugar con la siguiente llave en su llavero.

Tocaron la puerta, no tenían idea cual era la llave de la casa con tantas llaves que manejaban en la oficina y esperaron impacientes por conocer a la novia/amiga de la infancia de su senpai. Quien les abrió evidentemente no era una mujer. Un muchacho con piel blanca y cabello castaño arremolinado, se sobaba los ojos tratando de enfocar la vista para reconocer a sus invitados nocturnos. Los compañeros de trabajo del agraviado estuvieron de acuerdo en que era muy atractivo.

-¿Iwa-chan? Oh Dios mio, estas hecho una piltrafa jajaja.

-¿Ven? Se los dije, este idiota se iba a reír de mí.

-Pero que cosas dices de mí, Iwa-chan. Déjame reírme pues tengo que encargarme de ti. – Oikawa se acercó a los muchachos quienes le cedieron el cuerpo tambaleante de Iwaizumi.- Gracias por traerlo. – dijo con una sonrisa muy bonita.

-Ah, no es nada.

-No nos imaginamos que él iba a acabar así, eso es todo.

Respondieron ambos muy nerviosos, la sonrisa del otro los había tomado por sorpresa.

-Lo bueno que lo tiene a usted – dijo uno de ellos.

Todos los demás se quedaron un rato en silencio hasta que el otro muchacho habiéndose asegurado que Iwaizumi estuviese a buen respaldo, se disculpó por la hora y jaló a su colega. Habían pensado que el moreno tenía novia, no un chico esperando su llegada, sin embargo no era motivo para decir cosas que podían mal interpretarse cuando ni siquiera se conocían.

Oikawa entró a la casa riendo bajito, jalando a un patético iwa-chan hasta la cocina, mientras este le contaba todo lo que había pasado, incluyendo las partes que se inventó, como el hecho de que no había podido llegar solo a casa cuando él afirmaba que sí. .Lo mejor era que tome un poco de agua.

-Bebe – le dijo a manera de orden.

Hajime contra todo pronóstico miró el agua con desagrado y después volteó a ver a Oikawa, abriendo la boca, esperando que el agua le sea entregada a su boca.

-¿Qué haces? – preguntó algo desencajado el castaño

-Esperando a que me des de beber – dijo sin ningún tipo de vergüenza.

Oikawa pensó que tal vez por eso Iwaizumi odiaba la bebida, aquel líquido lo desinhibían por completo, pronunciando las palabras que siempre quiere decir, lo que quiere hacer pero no se atreve por vergüenza, porque su orgullo saldría herido, por eso Oikawa durante 30 años se ha vuelto un experto en desenmarañar cada una de esas pequeñas muecas, que aunque sean sutiles a simple vista, en realidad demuestran el profundo afecto que se tienen, aún más después de haber confesado su amor mutuo el primer año de universidad.

-Está bien – dijo con una mueca divertida.

Oikawa se acercó de manera provocadora, casi contorneándose para ponerse a horcajadas sobre Iwaizumi, el moreno lo miró algo confundido pero aun a pesar del pensamiento difuso por el alcohol, logró entender lo que su pareja quería lograr. El castaño tomó un poco del agua en su boca y se la dio directamente a Iwaizumi.

Unas gotas se resbalaron por las comisuras de sus labios, pero no importaba. Después de tragar el agua, empezó a mover su boca sobre la de Oikawa, éste no tardó en responderle de manera más apasionada, pocas veces podía ver a su pareja tan participativa en los juegos previos.

Se levantaron y tratando de no chocar con ningún objeto se dirigieron a la alcoba, aunque caer en medio de la sala no estaba mal tampoco, después de todo ya habían bautizado cada rincón de esa casa. Probablemente al día siguiente Iwa-chan le recriminará, se quejará por el dolor de cabeza y hasta ande resentido con él, quien sabe, pero valía la pena completamente. No pegaría el ojo en todo la noche y no es precisamente por el insomnio. Agradeció mentalmente al alcohol y cerró la puerta tras de sí para que los vecinos no lo escuchen.

Drabbles Iwaizumi x OikawaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora