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Parte 1

Cuando él era pequeño miraba historias fantásticas en la tele, cosa que no es para nada particular, ni tampoco sus ansias de volverse fuerte de grande y ayudar a la gente. Aunque estaba consciente de que tener súper poderes sólo era parte del show matutino que pasaban por la tele, se daba a sí mismo ánimos para poder cumplir su sueño de ayudar a la gente. Su madre le contaba de la existencia de los héroes sin capa, aquellos valientes hombres y mujeres que, teniendo una profesión digna, eran los salvadores del día a día de muchas personas.

Tal vez aquellos relatos no impresionasen a muchos chiquillos, pero aquellas sus palabras se quedaron perpetuas en la mente del pequeño niño quien, desde esa edad, empezó a buscar de entre una lista extensa de carreras que es lo que le gustaría ser cuando fuese grande. Una carrera audaz, algo digno, algo que sea heroico, algo que salve.

Lamentablemente su feliz búsqueda se encasilló en 2 posibles candidatas a causa de una tragedia. Una muerte, un testigo, cero sospechosos y mucha sangre, nunca se apresó a nadie por la muerte de la Sra. Norihiko. Aunque secretamente todos supiesen quien lo había hecho, nadie se pronunció. Una organización criminal que frecuentaba ciertos bares de mala muerte se había hecho de cierta reputación que se rumoreaba tenía conexiones con la mafia, tráfico de drogas y armas. Norihiko como buena reportera, se acercó demasiado a donde no debía.

Nuestro pequeño héroe lloró la muerte de su madre y aceptó silenciosamente ser llevado a un orfanato al no tener ningún otro familiar que pueda encargarse de él. Muchos le tendrían lástima, y otros tantos le tendrían envidia por ganar favores a causa de esa lástima, sin embargo, nadie se daba cuenta que él estaba lleno de ira y que poco a poco convertía esos sentimientos en motivación. Motivación que durante 15 años se fueron puliendo en conocimiento y habilidades.

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1, 2,3, pasos a la derecha. 1, 2, 3, 4, 5, pasos hacia el frente. Muy sencillo.

Se había convertido en una persona muy metódica, estudiaba a su objetivo mucho antes de empezar a cazarlo. No faltaban aquellos carteristas o asaltantes que no sabían qué se habían topado en su camino con quien no les convenía, su travesura sólo terminaba con un pase directo al hospital, sin embargo los ladronzuelos de poca monta no eran para él. Lo suyo era desentrañar mentiras y revelar verdades y por supuesto, por las noches se encargaba de desmantelar el crimen organizado; atrapar criminales era un bonus.

Volvió a contar. Desde su vista privilegiada en el techo y a través de la mira telescópica superpuesta sobre el fusil de asalto que empuñaba, era fácil contar la distancia. Entraría sigiloso y completamente ciego por la falta de luz, era importante saber cómo desplazarse sin ser notado.

Uno de los matones allegados al jefe salió del almacén a fumar. Tenía el cabello rojo al igual que la barba, su cabello se notaba cano en las raíces y temblaba ligeramente. Supuso que el jefe de la organización de las Zetas, como él los había denominado, por su gran tráfico de hongos alucinógenos y heroína, no se encontraba, puesto que odiaba el olor del tabaco.

El líder de las zetas era un mestizo anglo japonés apodado el Samurai, no solo por su origen, sino porque le gustaba atar a sus víctimas a un poste de madera y posteriormente rebanarlas con una Katana. Se ganó su fama hace 5 años, posteriormente consiguió más adeptos y mucha más influencia en el mundo de lampa. Se rumoreaba que tenía comprada a la policía, a algunos abogados y hasta personas dentro del parlamento, lo que lo hacía intocable.

Retiró la mira, era inútil continuar congelándose en el techo de un edificio vacío haciendo guardia a alguien que no estaba allí. Desarmó el fusil con gran rapidez y fue metiendo las partes a una maleta militar, se retiró en completo silencio, saltando ágil cual felino sobre las cornisas.

Drabbles Iwaizumi x OikawaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora