CAPÍTULO 4 UN FELINO APARECE Y SU NOMBRE ES MO

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Tras abandonar la arena, Harmoní corrió a grandes zancadas hacia su pequeña cabaña al este del pueblo. Se trataba una casa aislada labrada en piedra caliza y una estructura semejante a la de un departamento cualquiera de una superficie de aproximadamente de doscientos metros cuadrados.

Llega a la entrada y, tomando la manija, entra cerrando la puerta con un estruendoso golpe. Con la respiración acelerada y entrecortada se desploma en el suelo a unos cuantos centímetros de la entrada. Su pulso se había acelerado hasta el punto en que todo su cuerpo le hormigueaba. Había corrido tan frenéticamente que el sudor brotaba como una gota de roció deslizándose atraves de una hoja pasando la tormenta. Temblando se mordía el labio inferior mientras que las frustración que la invadía le incitaba a enjugar las lágrimas.

-¿Ocurre algo?- dijo desde las sombras una tierna voz ronroneante.

Harmoní levanta la vista y mira sus alrededores sin encontrar el origen de esa voz. Entonces desde atrás de la gran roca pulida en la sala aparecen un par de ojos resplandecientes unidos a una figura oculta entre las sombras.

-Es extraño verte llorar. ¿Acaso recordaste algo malo?- prosiguió la criatura mientras salía de su escondite tomando una forma más familiar bajo la luz blanquecina que entraba en la habitación por una de las ventanas de la morada.

Se trataba de un pequeño felino de ojos ámbar de no más de diez centímetros de altura, pecho de color hueso contrastante con un lomo lleno de motas negras como el aserrín y pelaje gris degradado en las zarpas, sin una pequeña cola comparable con la de un roedor.

-¿Quién se supone que eres?- pregunto en respuesta tras observar al felino.

-Es algo cruel que no me recuerdes. Solías tratarme mejor cuando eras apenas un cachorro y me metia con tus sueños. Pero si realmente te interesa mi nombre es Mo, el último de los Heyhey existentes que no le sirven a Dracohl el terrestre.

-¿terrestre?

- ¡Exacto! - dice meneando la cola y salta para apoyándose en las piernas de Harmoní que estaba arrodillada en el suelo, mirándola con sus enormes ojos ambarinos – en lo que se conoce como multiverso existen muchos mundos y por alguna extraña razón varios se llegaron a denominar Tierra.- Mo comienza a cabecear, suelta un bostezo y se estira el rostro con una pata- No conozco la razón del todo, pero ese era el nombre del anciano debido a su fascinación por los mundos inferiores además que es uno de los elementos más abundantes en cada uno de los planetas habitables o al menos de lo que sus habitantes suelen ver y adorar.

- Eso que importa, esto es el territorio Fon, solo este mundo es lo que importa.-contesto Harmoní apartando a Mo de su regazo y se levanta mirándolo con cierto toque de desprecio mientras se dirigía a su habitación al otro lado del muro donde estaba la piedra.

- Típico carmesí - dijo Mo con tono burlón -. Sois unos cabezas duras. Aun no sé ¿qué le vio Lun a esta aldea?

Harmoní se detuvo un momento mientras se disponía a entrar a la habitación. Ese animal conocía a su madre y de alguna forma había entrado a la casa en el momento justo en el que estaba más vulnerable emocionalmente, una coincidencia demasiado molesta para ella.

- Dices conocerme – empezó a murmurar con rostro sombrío - y entras a una casa ajena sin ser invitado justo cuando estoy vulnerable. Muy gracioso. Ha, ha.

El pelo en el lomo de Mo se erizaba, estaba claro el peligro. Era consciente de que Harmoní poseía un temperamento bastante explosivo y que una vez liberado era casi imposible contener el demonio interno de ella. Eso podría significar el momento para el que Dracohl le había preparado de cachorro. El cambio inevitable. 

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