CAPITULO 6: Miedo injustificado

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Cuando Harmoní abre los ojos y ve que está sentada en el piso con las piernas hacia atrás. El suelo y las paredes a su alrededor habían oscurecido por el calor liberado por ella.

Mo estaba acurrucado frente a ella con el pelaje entre los ojos algo chamuscado. Frunce el ceño. Le coge y le acaricia el rostro, llevándose un poco de manchón en el dedo, se alivia un poco con el ronroneo del felino y a paso lento lo lleva a la habitación contigua. Lo posa sobre su catre y le arropa un poco con la manta. Camina a la entrada y recargándose en el marco de la puerta observar el desastre causado, disponiéndose a arreglar un poco.

- No puedo creer que hice esto. – dijo para sus adentros algo avergonzada.

- Se parece al tatuaje de los Ricte – dijo Harmoní con un nudo en la garganta. Aquella marca era la señal de que ella había llegado a su etapa de maduración y le reasignarían a otra sección de la academia para explotarle. - Tiene que ser una broma. - se ríe amargamente.

- Esa es la razón por la que vine. – dice Mo arrastrándose por el pasillo somnoliento.

- ¿No se supone que estabas dormido?- le pregunta ella mientras se hincaba para levantarlo. Mo trepa por su brazo y se acomoda en su hombro con dificultad.

- Estoy algo cansado, pero es por estrés. No me daré el lujo de abandonarte en este momento tan importante. – le dice alegremente mientras engancha sus garras en la desgastada ropa de Harmoní.

Ella le sonríe y se dirige a un rincón repleto de pedazos de tela que había acomodado en forma de sillón. Se sienta en él y jala al pequeño felino de su hombro para que se acomodara entre sus brazos.

- Si alguien ve esta marca me reasignaran a algo capaz de matarme.

- Hablas de una reasignación, pero no existe mucha diferencia con lo que pasas hoy en día. – le responde intentando de animarla – ¿no eras tu la que quería subir de rango con velocidad?

- Esto es diferente.

- Eres muy extraña, pero si eso es lo que quieres, existe una forma de evitarlo.

- ¿Cuál?

- Ocultando esa marca mediante aquel método- gira la cabeza y procede girarse completamente mostrando su vientre con las patas encogidas -, pero no veo una razón válida para decírtelo– le dice con un tono algo ditante – Soy capaz de guiarte y apoyarte, incluso ver por dónde te lleva ese sendero. – la mira a los ojos - Interferiría con tu destino de una manera muy significativa y podría terminar en un desastre absoluto. ¿Estarías dispuesta a hacerlo su significa morir antes de tiempo?

- Si dices conocerme ya deberías saber la respuesta. No tengo la fuerza para esto. – confiesa Harmoní tomando a Mo y apretando contra su pecho, lastimándolo- Estoy asustada. – susurra.

Mo batalla un poco para safarse del fuerte agarre de Harmoní, y al poder aflojarlo le dice finalmente con una renovada libertad Mo salta al suelo y le dice:

- Si realmente estas determinada a engañar a todos y manchar tú ya muy carente honor, solo tienes que manipular la energía a tu alrededor sincronizándola con la energía de tu marca mi pequeña – se lame la pata y continua -. Es fácil manipular la visión de la gente con ese simple truco, pero tendrás que hacer algo primero.- se da la vuelta y comienza a caminar a la habitación.

- ¿Qué?- le dice Harmoní frustrada mientras se para de un salto.

Este voltea un momento para mirarla y meneando su cola le dice con tono arrogante:

- Tendrás que esperar a mañana.

- Te odio.

- Da lo mismo si me odias. – le extiende la pata en forma de ademan - Es muy tarde para eso y mañana tienes entrenamiento. Será mejor ocultarla con una venda por haora y no levantas las sospechas. Puedes esperar.

Y

A la mañana siguiente Harmoní yacía acurrucada en su catre junto a Mo.

Al abrir los ojos los tenues rayos del sol apenas entraban a la habitación y su única vista era el pelaje blanco y esponjoso del vientre de Mo pegado a su cara.

- Mo. El rostro de una persona no es lugar para estar pegado. - Le dice ella al momento de sentase y observar que el minino estaba con las atas enredadas en su pelo enmarañado. Le toma por las patas y con delicadeza las desenreda de su enmarañado cabello, lo sostiene un momento frente a si y observa como una gota de baba se escurría por un extremo de su hocico - ¿no que no dormirías? - se burla ella y lo posa sobre el catre para dejarlo dormir por otro rato.

Sale de la habitación y entra a otra para buscar una muda de ropa. Ya dentro, pone una mano frente su rostro, la cierra unos instantes cara concentrar su atención en el puño y rápidamente lo extiende para dar paso a una pequeña flama violeta que se enciende en su palma, deslizándose velozmente hacia las yemas de sus dedos. Tantea por unos instantes el muro junto a la puerta con la mano encendida e introduce los dedos en una rendija en el muro. Esta chispea y crea una línea de luz amarillenta que recorría todo el largo del muro y se dividía en diferentes secciones para iluminarlo, cubriendo todo el cuarto de líneas que daban el sentimiento de estar observando un montón de venas asomando por lo transparente de la piel. Frente a ella se encontraba una montaña de ropa sobre un futon, del cual toma una camiseta de lana azul que le quedaba algo larga y un cordel para sostener su cabello en una coleta, además de un par de vendas para atarse sobre la marca.

Sale de la habitación y mira por la ventana del pasillo, el sol comenzaba a notarse con su habitual tono rojizo de los primeros 30° de asomación. Se sienta frente a un escritorio de la sala y de un cajón adjunto saca una zanahoria que muerde casi inmediatamente.

Después se posa en el suelo y se estira para terminar de despertar. Un fuerte maullido resuena en la solitaria vivienda y Mo aparece para saludarle.

- ¿Es normal que tu cuerpo sea tan flexible? - pregunta Mo mientras observa que Harmoní tenía un pie tocándole el hombro y otro estirado a toda su capacidad a ras de suelo.

- Soy tan flexible por la práctica. – explica ella bajando su pie al piso y quedando en la posición de esprit con los brazos extendidos hacia los lados -. Es necesario si tomas parte en la clase Barranca.

- Eres más felina que yo. – Bromea el gato al momento en que ella se impulsaba para pararse – Pero, ¿porque le dicen barranca? – le dice Mo intrigado mientras se escabullía debajo de un mueble, divisa una bola de pelusa a la que no duda en morder y sacarla arrastrándose hacía atrás. Con la bola colgando del hocico la arroja e inmediatamente se arroja a por ella. Mientras Harmoní se tomaba de la nuca y giraba sobre su tronco pensativa. Ella respira hondo y toma una pausa de sus ejercicios.

- Se debe a que se limpia la aldea de los débiles. – le explica -. No se molestan en mantenerte vivo si no soportas toda la presión, por lo que siempre se nos tienen al filo de un precipicio y si llegáramos a fallar caeríamos al vacío y moriríamos en un oyó sin fondo, ya que una vez muertos desaparecemos en la inexistencia.

- Los carmesí son los únicos que se matan entre ellos – le comenta Mo –. Son un puñado de barbaros.

- Eso no te lo niego.

Harmoní toma un bolso de lana se una esquina de la habitación para que Mo se metiera en él y la acompañara al entrenamiento, al cual el felino entro gustoso.

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⏰ Última actualización: Feb 19, 2017 ⏰

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