Día 6 de 365

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Te miro por necesidad, porque eres capaz de apaciguar el caos de mi vida. Te miro porque transmites la paz, dentro de esta gran jungla de cemento. Que paras el tiempo, los semáforos se congelan, Gran Vía queda desierta, sólo hay tiendas, bares y hoteles, sin gente.
Los trenes se detienen, el tráfico desaparece, y yo, me volví a girar en estaciones, calles y avenidas en busca de tus ojos, esos ojos que paraban esa gran ciudad conocida por sus 7 estrellas y la hacían enmudecer.
Por esa acera paseaba un hermoso ángel caído, hecho mujer, por supuesto; tan perfecta pero tan llena de heridas, las cuales, yo quería curar. Cambiaría todos los días en el cielo por quemarme en su infierno, los cambiaría, por volver a verla durante el resto de mi vida como destaca entre la multitud, como enseña tímidamente sus alas esperando a que alguien la rescate y la haga ver lo bueno de esa gris ciudad, los atardeceres escondidos entre tanta polución, los paseos por el Retiro en otoño viendo llorar a los árboles de envidia, soltando todas sus hojas. O quizás, por salir de fiesta, emborracharnos, que la empotre en cualquier baño de cualquier bareto del centro mientras se oye cualquier canción de Marwan o de Andrés Suárez de fondo. Que acabemos cerrando el bar, correr y reír por alguna calle perdida de Madrid, besarla en todas las bocas del metro, llevarla a casa y quizás, sólo si ella quisiese, quedarme a dormir.
Sueño demasiado, ese ángel echará a volar de la noche a la mañana, se perderá entre el cielo, pasará por encima de Plaza España; guiñará el ojo al arcángel negro del edificio Metrópolis, esquivará las 4 torres de la capital y no regresará jamás.
Fue bonito imaginar un futuro y un presente con esa diosa, fue bonito mirarla y perderme en sus ojos durante el tiempo que se cruzó en mi camino.
Fue bonito callarme y dejarla marchar, sin romper su esencia, haciéndola todavía más única y especial.
Y así fue como descubrí que la esencia no era un líquido mitológico, eran personas que destacaban entre la multitud y te enamorabas de ellas para no volver a verlas nunca más.

365 poemas en los que olvidarte o saber de ti.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora