Adios Leo

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-¡¡DES!!- fue lo primero que dijo Leo al despertar en una habitación oscura con apenas una pequeña área iluminada.
Leo se sentía desorientado, miraba a todas partes asustado, no entendía lo que pasaba.
Sintió una mano que tomaba la suya, lo que lo hizo voltear asustado.

-...Mm..Marieta?, ¿Qué haces tu aquí?- Marieta solo miraba Leo como si quisiera calmarlo. La chica tenía un gran rasguño en la cara y marcas en los brazos.

-¿Qué sucedió?, ¿Qué te pasó?, ¿Y Des?

-..El está...

-n..no, no no no No NO.

-No, no es lo que piensas- Leo dió un largo suspiro llevandose sus manos a la cara, Marieta lo tomaba de los hombros para calmarlo.

-Marieta... ¿Qué le harán a Des?... ¡Tienes que saberlo!- Leo tomaba fuertemente la mano de Marieta mientras decía eso ya sin siquiera hacer un esfuerzo por contener las lagrimas; Marieta abrió la boca para hablar pero antes de que pudiera pronunciar una palabra fue interrumpida por un hombre que entraba a la habitación con alguien cargando. Ambos solo miraban en silencio a aquel hombre, trataban de divisar quien era aquella persona que llevaba en brazos.
El hombre dejó a quien cargaba en el suelo debajo de la única fuente de iluminación del lugar para luego salir.
Cuando los ojos de Leo se acoplaron a la luz se dió cuenta de que era Des quien se encontraba en el suelo.

-¡¡DES!!- Leo quiso correr hacia el pero al ponerse de pie y dar un paso cayó fuertemente al piso, Leo y Marieta estaban sujetos a la pared por cadenas que tenían atadas a los pies.
Leo había caido a unos cuantos centimetros de alcazar a Des, se estiró lo más que pudo pero por una muy corta distancia no lograba alcanzar su mano.

-Des... por favor despierta, Des- Leo pronunciaba cada palabra con un tono de desesperación y llanto que lograría hacer llorar a cualquiera que lo escuchase -Esto es mi culpa, núnca debiste haberme conocido- decía Leo aún estirado pero con la cara hacia el suelo.

No paraba de llorar cuando sintió que lo tomaban ligeramente de la mano. Leo levanto rápido la vista.
Des tomaba debilmente su mano mientras lo miraba a los ojos, Leo sonrió ligeramente al ver aquellos grandes ojos ambar, aquellos ojos que lo llevaban acompañando por un año, esos ojos que núnca se cansaba de ver.

-L...Leo... deja de decir eso, sabes mejor que nadie que no me arrepiento ni por un instante de haberte conocido- esto hizo que Leo apretara su mano contra la de el y comenzara a llorar de nuevo. Ambos permanecieron en el suelo mirandose el uno al otro, Leo tomaba la mano de Des y la acercaba a su boca para besarla.

-Aay que lindos- decía Samuel entrando a la habitación -Le gente como ustedes me da nauseas.

Leo besó la mano de Des para luego ponerse bruscamente de pie.
-¡Tú, maldito hijo de puta, tenemos un trato ¿lo recuerdas?, dijiste que cuando terminara con esto nos dejarías ir.

-Espera espera, yo cuando dije que los liberaría, según yo recuerdo dije que si me ayudabas a limpiar esos asuntos liberaría a Des... pero yo núnca dije que te liberaría a ti. Eso los dejó a todos callados, todos dandose cuenta de lo que pasaba. -Escojo con cuidado mis palabras.

-Y...y si me quieres a mi por que no simplemente lo dejas ir y ya, ya me tienes.

-Ayy Leo, a caso tu núnca te das cuenta de que las cosas no son tan secillas como paracen.

Núnca con alguien másDonde viven las historias. Descúbrelo ahora