21. [Rosas y espinas]

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Nota: Os recomiendo a poner la canción Wings, de Birdy, a mi me a ayudado un montón a escribir el capítulo:) ¡Espero que lo disfrutéis!

Capítulo veintiuno

Mi mirada viajaba por todo el area. Madre mía, era una de las cosas más perfectas que jamás mis ojos hubieron visto. La respiración se relentizaba y sentía que el tiempo se había parado en el preciso segundo en el que mi mirada estuvo por todo el sitio.

- Louis, esto es... Yo... -intentaba pronunciar lo que sentía, pero no podía, simplemente no podía.

- Sht, ahora solo escucha princesa.

En cualquier otra situación le hubiera dicho cualquier otra vulgaridad, pero esta vez solo asentí. Este me abrazó por la cintura y empezamos a movernos al compás de una música imaginaria. Dejé mi cabeza reposar sobre su pecho y escuchaba el latido de su corazón. Empezamos a caminar a pasos lentos hacia donde había una manta extendida por el suelo, pero no nos paremos allí, simplemente caminamos hasta donde estaba un árbol y allí había un pequeño papel enganchado.

"Vale por una sonrisa. Puedes usarlo siempre que quieras. Confía en mi princesa, ya sabes que jamás te fallaré."

Me giré y vi directamente a los ojos del chico. Me encantaban; eran como un par de lunas inundadas por el mar, con un toque brillante que me hacía tener ganas de adentrarme en ellos. Le besé cortamente y luego me senté en la manta que anteriormente habíamos ignorado. Me fijé un poco más en el pequeño farol que allí había; tenía forma de enanito, aquellos que la gente ponía -y ponen- en los jardines.

- Louis -dije y el chico se posicionó delante de mi. Di unas palmadas a mi costado y este se sentó allí.

- ¿Qué pasa, princesa?

- ¿Qué somos? -pregunté directamente. El chico abrió un poco más sus ojos y abrió la boca para cerrarla instante después.

- No... No lo sé -murmuró este, como si decir esas simples palabras le hubiera costado un mundo.

- Pues debería saberlo.

Me puse de pie y caminé hacia un matorral que allí había. Pero al parecer el matorral no era un simple matorral; era un rosal, y parecía que no había sido nunca descuidado. Acerqué mi mano a la rosa más cercana a mi y, aun que fui con precaución, me pinché con una espina. El ardor era mínimo, así que solo con pasarme el dedo del lado bastó para que no hubiera sangre. Me sobresalté al sentir unas manos en mi cintura, y me giré inmediatamente para encontrarme con el moreno.

- ¿Sabes lo que pasa, Avril? -respondió este mirándome fijamente- Que cada vez que te veo me dan ganas de besarte, que cada vez que te siento cerca mi corazón se acelera y me pregunto que porqué aún no eres mía. -murmuró este sin romper la conexión de nuestras miradas- Si veo que alguien más se acerca a ti, me entran unas inmensas ganas de ir y gritarle cuatro cosas, que cada vez que me miras o estás a mi lado quiero decirte que eres fantástica. Pero, no quiero que nada malo nos pase, quiero que todo sea tan perfecto como siempre ha sido hasta ahora. -El corazón me dio un vuelco al oír eso. Louis se preocupaba, yo a Louis le importaba más de lo que creía.- Eres capaz de hacerme hacer mil locuras y no arrepentirme de ellas, eres capaz de hacerme enloquecer, eres la que me vuelve loco, eres la que llegó a mi vida para cambiarla. La paciencia es mi enemiga cuando se que después de poco tiempo te veré, y me empiezo a imaginarte, a imaginarnos; haciendo todo, mil locuras, divirtiéndonos, luchando, riendo, haciendo el amor -murmuró provocando que una sensación rara se posara en todo mi ser- Porqué eres mi todo Avril, eres mi rosa y mi espina, mis días y mis noches, mis sueños y mis desvelos. Eres aquella a quien creo que amo, princesa.

No hice más que juntar nuestras frentes y sentir como nuestras respiraciones chocaban. Todo aquello parecía haber sido sacado de algún libro de poesía, parecía haber sido sacado de una película de amor. Pero yo estaba inmovil. ¿Le quería? ¡Por supuesto! Pero tal vez eso nos hacía querernos más, el saber que los dos nos queríamos, lo sabíamos pero éramos como un par de críos. En ocasiones era horrible, y en otras -en la mayoría-, era como una historia que alguien estaba escribiendo.

Le di un corto beso y acerqué nuestros cuerpos. Tal vez había tomado demasiado literal la frase, pero quería estar más cerca de él. Y vale que la había tomado demasiado, demasiado literal, pero a la vez también la había tomado exageradamente en el otro sentido, aquel que se refería a estar más juntamente a él. Porqué eso quería, formar parte de su vida. Él ya lo hacía, era parte de mi vida, formaba parte de mi corazón. Por otra parte, había el 'te quiero' y el 'te amo'. No era lo mismo, no. Y mucha gente decía que era lo mismo, pero no lo era, ni lo es ni lo será nunca. Querer era una cosa, y amar otra. Por ejemplo, yo podía querer mucho a Harry o a Zayn, pero no los amaba, yo amaba a Liam.

Sonreí y le di un pequeño beso, para coger su mano y empezar a correr hacia la parte más densa del bosque. Y no, no estaba loca.

|*|

- Estás loca. -aseguró el moreno cuando paramos después de un rato- ¿Me dices ya porqué has hecho eso, loca? -preguntó gracioso-

- Hace quince minutos me he dicho a mi misma que no estaba loca ¡No intentes convencerme de lo contrario! ¡No me quieras volver loca! -este estalló en carcajadas al igual que yo, sin dar importancia ni al lugar ni a nada, solo nosotros- Vale, Louis ¿Me dices donde estamos?

- En medio de la nada, prácticamente. ¿Por qué me lo preguntas? ¿Tengo cara de mapa?

- Venga ya, Liam me dijo que eras de los Boy Scauts, tu todas estas cosas te las debes saber ¿No?

- Si, bueno ¿Pretendes que me acuerdo de cuando tenía diez años? Porqué si es lo que piensas, sí Avril -aseguró sarcasticamente-

- A ver, mantengamos la calma -murmuré- ¡Me cago en la puta Louis, esto ha sido culpa mía!

- ¡Pero si...! ¿Eh? ¿Has dicho que es culpa tuya?

- Así es, tuya -repetí con una sonrisa en los labios- Pero no quiero que cargues con todas las culpas, así qué me atribuiré una parte de las culpas porqué soy amable.

- Ui, cuidado, madre Teresa de Calcuta -exclamó este con un exagerado tono irónico.

- A callar, Tomlinson -aseguré- A ver, haz memoria.

- Mira, la estrella polar esta ahí y el viento va hacia... Allí -dijo mirando al suelo- Significa que el este está...

- Louis -murmuré y este me enseñó la mano, pero la retiré- Louis.

- Un momento.

- No, ni un momento ni hostias -aseguré- Para empezar, tendría más credibilidad si hubieran estrellas ¿No crees? Y, además, no tienes ni puñetera idea de donde estamos ¿Verdad?

- Si bueno... Tal vez -murmuró este. Negué y empecé a caminar hacia donde habíamos vuelto- Eh, para ¿Donde vas?

- A intentar salir de este lío en el que me has metido

- ¡Encima yo!

- No, si te parece la culpa es del perro. -me acerqué a él y lo besé, así, sin más. Dulce manjar que me hacía sentir que me elevaba hasta el séptimo cielo.- Anda, vamos tonto.

Cambió su anterior expresión y ahora tenía una sonrisa, e inconscientemente sonreí yo también. Si, eso estaba mejor. El chico tenía una sonrisa preciosa, para que negarlo.

Me gustaba ver a Louis sonreír.

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Destino por casualidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora