24. Conejita

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Me giro y me encuentro con un hombre de unos veinte años, de pelo negro, ojos azules y ropa de Osadía. Sin embargo, tengo la certeza de que jamás le he visto en el complejo, me acordaría de alguien de esta estatura.
-¿Perdón?
-No es normal encontrar a alguien de Osadía tan lejos del cuartel, y aún menos espiando a la líder de otra facción- prosigue el desconocido, ignorándome completamente..
- Por lo que se ve no soy la única.-Digo fijándome en su ropa, tatuajes y  piercings.
- Ahí es donde te equivocas, Conejita, tú eres la que está lejos de su facción, yo, por otro lado, estoy en mi facción, o más bien, en territorio de aquellos que, como un servidor, carecen de una.
-Eres un abandonado.
-No,no,no,no,no. No me abandonaron, me echaron, que es lo que pasa cuando sabes demasiado.
-¿Demasiado?-pregunto arqueando mi ceja derecha.
-Vamos a ver, utiliza la cabeza,Conejita, todos esos libros son de historia, y ya has oído a la rubia, «Cuanto menos sepa la gente, mejor»; los otros libros son tratados sobre libertad, derechos y todo ese rollo. Si juntas toda esa información tienes...
-Una rebelión-le interrumpo.
-Exacto, si estos libros llegaran a manos de los demás ciudadanos, éstos descubrirían el verdadero motivo del estallido de la última guerra y también la prisión que supone el diseño de las fracciones. De ocurrir eso, dicho sistema de iría al garete ¿Y consecuentemente?
-Jeanine perdería el poder.
-Muy bien, Conejita, ¿Entiendes ahora la verdadera importancia de lo que acabas de ver y oír?
-Si- asiento mientras trato de asimilar toda la información.
- Perfecto, pues entonces más te vale no perder el diario que llevas encima; van a pasar cosas, y lo que hay dentro de esas páginas es clave-termina mientras se da la vuelta y se encamina  hacia el borde del edificio, listo para saltar a la siguiente azotea.
-Espera, ¿Quien eres?
-Llámame Cimeries, tranquila, Conejita, me volverás a ver. Me caes bien; podría decirse que te has ganado un ángel de la guarda- sentencia, antes de guiñarme un ojo.
-¡Deja de llamarme Conejita!- Es lo único que se me ocurre contestar, rezongando como una cría.
-¿Te molesta?- pregunta Cimeries en tono burlón
-¿ A ti que te parece?
-Muy bien, ¿Cómo quieres que te llame?- se pausa- Conejita
-Maverick, mi nombre es Maverick.
-Pues hasta luego, Maverick.- sentencia saltando al siguiente edificio.
-Adios...Cimeries- me despido antes de darme la vuelta hacia Osadía.

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