Él es mi salvador

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Mike se giró bruscamente. Yo me quede inmóvil, si me movía podría pasar algo muy malo. Detrás mía había un cable pelado roto que recorría todo el callejón. 
Miré al frente y vi a un chico hermoso. Nunca antes había visto a nadie similar. Su pelo era de un negro reluciente. Se le veía el flequillo caer hacia bajo. Sus ojos eran azules oscuros. Tenía una mirada fulminante que dirigía a Mike. Su piel era tan blanca como la mía. Llevaba una sudadera azul y la capucha puesta.

— Mete te en tus asuntos– dijo Mike enfurecido.
— Mike vete ya y dejala o tendremos un problema.– Me quede asombrada, ¿cómo sabia que se llamaba Mike?¿Y por qué me defendía.
—Ni siquiera la conoces.–Mike me miró, pero yo no podía apartar la vista de el rostro perfecto de ese chico.
—Siempre andas molestando a las chicas nuevas.¿No tuviste suficiente con hacer que tu amigo le rompiera el corazón a Lucy?– me quedé alucinada, conocía a Lucy.–Anda vete ya.
—Esta bien. Adiós Sarah.– Me miró riéndose y se fue.
El chico no paraba de mirarle con rabia. Cuando le perdió de vista me miró a mi.
No podía hablar ni moverme. Tendría que esperar a que el chico se fuera para moverme. Si me movía todo el callejón se llenaría de chispas.
—¿Estás bien? – dijo el chico después de estar un rato callado.
—No te acerques, por favor.–No podía más los nervios me comían. Me miré la mano, el guante cada vez estaba más quemado. Él lo vio pero no dijo nada.
—Tranquila no te haré nada.–dió un paso a delante.
—¡Vete por favor!–grité horrorizada.
El chico asintió y se fue. Me relajé y mis manos dejaron de temblar. El corazón se me iba a salir de el pecho. Di un paso y no pasó nada. Empecé a correr y detrás me seguía una corriente eléctrica. Salí del callejón y todavía mis pies dejaban chispitas.
Miré a los dos lados de la calle. A la derecha puede ver de lejos al chico que me había salvado, él también me vio. Si no hubiera estado atrapada en un cable le hubiera agradecido mucho lo que había echo por mí.
Me di cuenta de que me estaba sonando el móvil. Tenía cinco llamadas perdidas de Estefania. Cogí el teléfono y le dije que me había entretenido con mis amigos.
Cuando llegué a mi casa estaban Estefanía y Margarita esperándome. Para los guantes puse de excusa que se me habían roto por un producto químico en la clase se química.

Ese día no salí. Estuve toda la tarde pensando. En lo de Mike en el chico. Estaba segura de que me había visto con la corriente eléctrica. También me preguntaba por qué me había salvado.

Me desperté aturdida por el sonido del despertador. La noche anterior no había dormido nada.
  Ya esta lista y Lucy llamó a la puerta.
Por el camino ella se puso a hablarme de lo que había hecho la tarde anterior. Yo no le estaba prestamdo mucha atención estaba, pensando si contarle o no lo que me sucedió con Mike y el chico. Decidí no hacerlo, sería mejor olvidarlo.
—Y entonces me atreví a decirle – empecé a escuchar a Lucy– que le quería y ¿Sabes que dijo Sam?
—¡Que te quería también! – comprendí de lo que estábamos hablando con solo escuchar le dije que le quería.
—¡Sí! Estoy tan feliz, gracias por ayudarme Sarah.
—De nada.

Llegamos a la puerta y Sam y Lucy nos dijeron a David, Paola y a mi que estaban juntos. Todos se alegraron mucho.
Ahora me sentía un poco descolgada porque eran dos parejas, pero no importaba.
— Ah Sarah ¿sabes quien viene hoy?
—¿Adrien?–me puse a mirar a mi alrededor.
—Sí, pero no lo busque es entra a segunda hora.
Las tres horas se hicieron eternas. Tenía muchas ganas de que llegara que recreo.
Por fin llegó. Iba dando saltitos de alegría. Lucy conocía a Adrien, pero no me quería decir nada de como era.
Me puse a hablar de un juego de la PSP. De repente Lucy me interrumpió:
—Sarah mira atrás tuya.
Me giré rápidamente. No me lo podía creer. Era él. El chico que me había ayudado a que Mike me dejara en paz. El chico mas hermoso que había visito en toda mi vida, el chico que probablemente supiera que yo   era un bicho raro.
Nos quedamos los dos inmóviles, sin hablar. Yo esperaba que les dijera a los demás algo de lo que vio ayer. Pero no dijo nada, solo me observaba. 
—¿No vais a decir nada?–preguntó Lucy, extrañada por nuestra reacción.
—Adrien siempre se tona su tiempo, la observa, la examina y después habla.
No dejé de mirar a Adrien, cuando Sam dijo eso noté como sonreía.
—Bueno yo soy Adrien ¿Y tu?– me extrañó que no supiera mi nombre.
—Yo soy Sarah– dije con un hilo de voz.
—Encantado de conocerte Sarah.– Extendió su mano para que yo le saludara. Lentamente levante la mano. El se fijó en los guantes nuevos que llevaba. El mismo vio como se quemaban los otros. –Bonitos guantes.– Dijo con una sonrisa de oreja a oreja.
—Gracias– dije yo menos tensa. Me di cuenta de que seguía dándole la mano a Adrien.– Muy perdón.

— No pasa nada, –todos empezaron a reírse y yo también.
Pero no entendía una cosa. Estaba muy segura de que Adrien me vio dentro de la corriente eléctrica. ¿Por qué no decía nada?¿A caso se lo estaba guardando para torturarme.
No podía deja de pensar en eso.

Gracias por leer :D
Espero que os esté gustando.
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El secreto de SarahDonde viven las historias. Descúbrelo ahora