Una amiga

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Después de comer me fuí a mi habitación y me puse a jugar a la PSP.
Pasaron dos horas y la apagué. Estaba aburrida. Era muy raro siempre me quedaba hasta más de siete horas jugando.
Salí de la habitación y bajé al salón. Mi padre ya había llegado.
—Hola– saludé, pero me ignoró.
—Hola señorita– dijo Margarita mientras ponía un montón de ropa en un sillón– ¿Ocurre algo?
—No, ¿por qué?
—No, por nada,como nunca sale de su habitación...
—Ah eso, es que me aburro.
—¿Por qué no sale a dar una vuelta?
—No creo que sea buena idea.– Intervino mi padre.
Yo no sabía que hacer. Por una parte me vendría bien cambiar de aire y conocer un poco la zona, pero por otra parte tenía mido por lo que pudiera pasar. Aunque últimamente me estaba controlando mucho mejor, mientras no me pusiera nerviosa no pasaría nada.
— Déjela señor, no pasará nada.
—Margarita tiene razón.– Intenté convencerle, y lo conseguí.
—Esta bien, pero ten cuidado.
—Vale, muchas gracias.
Cuando un padre dice que tengas cuidado siempre de refiere a que no te pase nada, pero cuando mi padre decía ten cuidado se refería a que no electrocutara a nadie.
Subí a mi habitación, me puse mi sudadera de gato, cogí el móvil y salí a la calle.
No sabía si ir por la derecha o por a izquierda. Por la derecha se iba al instituto. Recordé que por esa zona había un café bar con WiFi, lo que yo estaba buscando.
Me puse a andar hasta que,por fin, llegué.
Me senté en una mesa que estaba al lado de una ventana.
Una camarera se dirigía hacia mí. La chica tenía mas o menos mi edad, me recordaba a alguien, pero no sabía a quién.

— Hola, ¿Qué desea tomar?– preguntó amablemente la chica

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— Hola, ¿Qué desea tomar?– preguntó amablemente la chica.
—Un café con leche – dije con una sonrisa, ella me la devolvió.
Tardó muy poco en traerme el café.
— Aquí tiene. – me puso el café en la mesa.
—Gracias.
—De nada–se quedó parada un momento. –Oye, tu estás en el instituto Hamilton ¿no?
—Sí ¿cómo lo sabes?
—Porque estás en mi clase, soy Lucy, encantada.
—¡Ah! Claro, la chica de la sudadera. Ya decía yo que me sonaba tu cara. Yo soy Sarah.
—¿Puedes esperar a que termine mi turno y salimos al parque?
—Claro, así me puedes enseñar un poco la zona.

Me quedé media hora sentada viendo vídeos.
—Ya estoy, perdón por tardar.
—No pasa nada, bueno ¿Dónde vamos?
—Al parque.
—Vale, pero tu me guías.
Fuimos al parque y mientras andábamos me contó muchas cosas y nos dimos los números de teléfono .
Ella también era nueva de este año y dijo que se había fijado en mí, como yo en ella.
Ya me tenía que ir. Lucy me acompañó a mi casa.
—Mañana vengo a llamarte para ir al instituto. —Dijo antes de irse.
—Vale, gracias Lucy.

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El secreto de SarahDonde viven las historias. Descúbrelo ahora