Capítulo 4

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—La cena estará lista en un momento, podéis iros un rato a la habitación de Jennie a ver la tele o a jugar a un videojuego —sonrió la señora y se metió de nuevo en la cocina.

Jennie ignoró a su acompañante y subió hasta su cuarto dejando caer la cartera en la cama junto a la mochila de la escuela. Levi la siguió en silencio y entró también en su habitación mirando para todas partes intentando encontrar algo cambiado, pero no lo notó. Sonrió y se sentó en la cama dando unos cuantos botes.

—Vaya, pensaba que jamás volvería a probar esta cama —rió ante su comentario y observó la feroz mirada que Jennie le echó, lo que hizo que su risa aumentara.

—Cállate imbécil —escupió enfadada.

—Tu cuarto no ha cambiado en nada. Sigues teniéndolo todo tirado por ahí y desordenado. Nunca cambiarás eh. Cuantas veces te habré ordenado el cuarto para nada —susurró esto último, siendo escuchado por la chica.

—No es mi culpa si tú eres un maniático del orden que no puede estar dos segundos en un sitio que tiene algo movido de lugar.

—Y tú eres un desastre, ¡desordenado! Joder. – se levantó de la cama con rapidez y se dirigió al escritorio juntando todos los papeles en un montón, intentando liberar un poco de espacio.

— ¡No toques mis cosas! — Se lanzó sobre él intentando quitarle las manos de los papeles pero sólo consiguió que el mayor le diera un pequeño empujón — ¡Ya! Apártate.

Los dos chicos forcejearon un rato, pero estaba claro que la situación estaba prácticamente dominada por el pelirrojo, que resultaba bastante más fuerte que Jennie. Las risas comenzaron un poco después, mientras los dos intentaban evitar al contrario con pequeños pellizcos o tirones de pelo. Lo que había empezado como una pequeña pelea se acababa de volver un juego para ellos dos, y se lo estaban pasando fenomenal.

Estuvieron así un poco más hasta que el móvil del mayor empezó a resonar en aquella habitación, parando la pequeña pelea de los dos muchachos.

Levi se apartó para poder cogerlo y mirar quién llamaba y no pudo evitar dejar escapar un suspiro al ver quién era. Jennie lo miró de reojo y agachó después la mirada, sabiendo perfectamente quien era aquella persona que había interrumpido el divertido momento.

—Contesta. No tiene pinta de que vaya a parar de llamar – dejó escapar la castaña con una voz fría que no quería haber dejado salir.

—No, no. Si no será nada importante – sonrió de lado y se volvió a guardar el móvil en el bolsillo tras haberle quitado el sonido.

—Es ella ¿verdad?

Pero no tuvo la oportunidad de poder contestar a aquella pregunta pues la madre de Jennie ya les estaba llamando para la cena. Jennie tampoco espero a oír nada, se giró y abrió la puerta para ir hacia el comedor.

— ¿No me vas a dejar darte ninguna explicación aún? — soltó el pelirrojo antes de que se marchara.

—Tú empezaste este juego, Levi – dijo sin mirarlo y salió del cuarto bajando las escaleras.

Levi suspiró y caminó despacio tras ella, siguiéndola.

—Y tú nunca quisiste saber el final, Jennie —susurró para sí mismo cerrando la puerta del cuarto.



. . . . .



—La comida está deliciosa, señora – sonrió el pelirrojo mientras seguía comiendo con ganas.

Ese estúpido prepotenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora