Capítulo 17: Rosas amarillas

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Gracias por todos sus votos y comentarios, eso me motiva mucho a seguir editando y creando mas historias. Agradezco a los viejos lectores así como a los nuevos, esperando que lo que hayan leído hasta ahora les guste y entretenga :3

Tengo que advertirles que esta historia está llegando al final y aprovecho también para decirles que no contara con segunda parte. 

Sin mas que anunciar, espero disfruten del capitulo :D


Briana corrió hasta mí, gritando mi nombre, asustada al verme recostada. Me abrazó con fuerza, preocupada y no dudé en corresponderle. Sentí que el mundo se me venía encima y me aplastaba cada vez más.

La espada reposaba inútilmente a un costado de mi cadera. No me atreví a usarla contra Kenneth al mantenerme en shock durante la mayor parte del tiempo. Incluso olvidé por completo que la llevaba y después me arrepentí de haberlo cacheteado en lugar de cortar con el filo de mi hoja su inmaculado rostro.

Mi amiga y yo regresamos a mi habitación sin decirnos ni una palabra, no confiábamos en nuestra escolta y solo pudimos relajarnos al llegar a mis aposentos. Mi pulso siguió acelerado al relatarle a mi amiga lo sucedido y al ver su rostro de preocupación supe que no me tenía buenas noticias respecto a Nathaniel.

—Dime por favor que ocurrió —rogué cuando me dio la espalda con la intención de salir del cuarto.

—Ay Helen... —su rostro estaba avergonzado cuando volteó a verme, preocupada por la situación.

—Sabía que no se iría —dije resignada en voz alta, más para mí que para ella.

—Cuando dejó de leer la carta solo miró la bolsa de oro y luego a mí, después la tomó y me dijo que regresaría a buscarte.

—No puedo quedarme aquí sentada a esperar que vuelva.

—¿Qué piensas hacer entonces? —aguardaba al lado de la puerta, impaciente por mi respuesta.

—No lo sé, Bri. Ahora mismo no tengo idea de que hacer o en que pensar.

Caminé hasta el balcón, mirando a los jardines mientras una parte de mi deseaba encontrar a Nathaniel en el lugar de siempre y otra rogaba con toda el alma que se alejara y no volver a verlo. Un nudo me bloqueó la respiración y mis lagrimas quemaron atascadas en mi garganta. Mi mano viajó a mi corazón, volteando al cielo despejado para después cerrar los ojos. Hubiera deseado jamás salir de aquella cabaña con mi amado, deteniendo el tiempo en ese instante.

Briana se fue sin decir palabra, procurando no hacer mucho ruido. Supe que se marchó cuando la puerta se cerró tras ella siendo el sonido de la madera apenas perceptible.

Las palabras de mi amiga rondaron mi mente. ¿Sería cierto que amaba a Mael sin siquiera haberme dado cuenta? ¿En verdad amaba a Nathaniel tanto como para estar dispuesta a marcharme con él? Llegó el momento de tomar una decisión importante y no me sentía preparada para ello. Mael era mi todo, con él crecí y viví los mejores momentos de mi vida, sin duda y pese a pasar tantos meses con Nathaniel seguía pensando en él en todo momento. Siempre dije que lo quería como a un hermano porque teníamos la complicidad y conexión de uno, pero ahora me preguntaba si también se podía conseguir eso del ser amado. Con Nathaniel sentía que todo era fácil y posible, me sentía llena, me sentía libre. ¿Por qué tenía que compararlos? ¿Por qué todo era tan complicado? Los amaba a ambos, esa era la verdad y lo peor de todo es que por mis malas decisiones ahora los dos saldrían lastimados. Kenneth conocía mi secreto y fue muy claro con sus intenciones, o lo elegia a él o Nathaniel moriría. Para Mael no habría salvación, fuera cual fuera mi decisión rompería su corazón.

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