CAPITULO 4

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DÍA 1:

Me levante bastante temprano, aun no había salido el sol. Observe las últimas estrellas del cielo eran algo así como las 4:39 AM, hice algunas tostadas con café, con mucha mantequilla y queso crema.

-Te despertaste bastante temprano- dijo mi abuela al salir de su habitación

-Si, ya me acostumbre a hacerlo

-Me acompañaras al mercado- dijo abuela

-esta bien-Se podía ver la claridad del sol inundando la habitación desde hacer mucho tiempo no observaba algo tan iluminado, era la luz solar que pegaba con la luz blanca de las paredes, el blanco irradia luz cuando es iluminado, así como la luna.

Me coloque una simple camisa blanca que estaba abandonada dentro de aquel closet, el Jeans de ayer y unas botas de mecánico que de alguna forma u otra se ganaron mi amor. Decidimos caminar algunas cuadras y tomar un bus. El mercado estaba repleto de personas, calles sucias, algún que otro delincuente buscando a quien atracar, mi abuela conocía mi extraño desprecio hacia este lugar.

-¿sabes que tenemos en común todas las ciudades de este país? - me pregunta

-Ni idea- le respondí

-Este lugar-

-No hay mercado de alguna ciudad de Venezuela que no tengas calles sucias o personas extrañas, a mi tampoco me gusta venir acá, pero es una necesidad. Ya a esta edad hacemos las cosas por nuestras necesidades. Es como volver a ser jóvenes pero nos duele hasta nuestra alma. Me quedé en silencio, observaba como tomaba las cebollas y algunos pimientos; después de eso iríamos por la carne y algunas verduras. Recordaba perfectamente su itinerario, siempre compraba en ese orden, desde hace tiempo no salía con ella de esta forma.

-¿y cuando regresaras? –

-A...

-Si a tu casa, con tu mamá

-No lo se-

-Quizás ni siquiera vuelva- ella quedo en silencio

Regresamos a casa, quizás a ella no le gusto la idea de que no vuelva a casa, creo que estaba un poco molesta.

-¿Quieres que regrese a casa?

-En realidad como familia que soy tuya, tienes que estar seguro que siempre voy a optar por que estés en un lugar mejor, no se si quieres estar allá pero tengo que decirte que aquí no te puedo tener.

-yo solo buscaba un poco de atención-le dije

-Si pero ahora sólo estoy ocupada en mi- le dije

-solo no te quiero aquí- me dijo mientras sacaba las compras de las bolsas.

Tome mi MP3 del bolso, decidí salir, no quería estar en ese lugar, quizás ya no tenía una familia unida, quizás ya no tenía nada, quizás si estaba solo como ayer en la casa. Me fui al lugar más viejo de esta ciudad, quizás desde la era precámbrica, veía el río Orinoco, ni tan sucio, ni tan limpio. Su piedra del medio que quizás contenga el fin del mundo en su interior, o los restos del monstruo del lago ness que cruzó el atlántico escapando de los paparazzis que querían un autógrafo o una fotografía ¡Si monstruo el mundo es bastante cruel! - Sonreí con quizás una que otra lágrima en los ojos. Subí las calles de piedra, y estaba allí la gran catedral, era bastante imponente, un amarillo que contrastaba con las piedras de la calle. Databa del siglo XVIII, cuando América ya estaba bajo el yugo de la iglesia católica. En una de sus paredes había sido fusilado un héroe independentista. Quizás uno de los lugares más puros de esta ciudad había sido contaminado con una bala. Atravesé toda la plaza, hacia un lugar un poco más antiguo. La casa del congreso. Se podía leer en unas de las paredes "Aquí fue impreso por primera vez el correo del Orinoco" posiblemente en este lugar habría sido impreso por primera vez un periódico en este país y unos de los primeros de Latinoamerica. Sus pisos oscuros, con paredes blancas, uno que otro piano de cola y un gran candelabro. Era como si se pudiese ver a las personas caminando con trajes antiguos atravesando las salas, y de un lado un gran grupo se congresistas esperando a que un hombre saliera a hablarle sobre la importancia de la unión y las leyes que nos separa de las libertades. Quizás la libertad nunca ha existido, quieren llamar libertad a una cláusula de una constitución cuando después de ellas existe 1500 leyes acerca de cómo expresarse, con quien casarse, o como dedicaremos la vida a el trabajo y a los estudios, todo ha sido una gran mentira de la humanidad, siempre hemos sido de alguna forma esclavos y siempre lo seremos a yugos bastantes actualizados; ya no es a un país, si no a compañías imperiales, personas con poder, la familia y el matrimonio. Nunca hemos sido completamente libres, pero siempre hay alguien por el cual ser esclavo vale la pena. Baje las escaleras, se podía ver el río al final del camino, es algo elemental imaginar a las personas con trajes victorianos caminando por estas calles, junto a caballos y esclavos. Regrese a casa, el tiempo estaba lo suficiente nublado para creer que vendría una tormenta, no sabia la hora desde que salí de casa las horas no me importan. Sabía que tenía que irme de casa de la abuela pero no tenia ni idea de donde me quedaría o a donde iría.

NUEVAMENTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora