CAPITULO 9

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Eran días magníficos que no se repetirían nunca más y eso me hizo pensar que aunque la historia se repita, siempre van a variar algunas cosas, algunos sentimientos y eso es lo que nos causa más dolor : el hecho de nunca volver a ser igual, el hecho de cambiar y por eso sentimos miedo a los cambios por que nos amábamos como eramos. Núnca nos lo dijimos, nunca nos dimos cuenta y después de crecer entendemos que debemos amarnos con nuestro proceso de cambio, pero ¿Como amar algo que un día está y al otro día no existió? Así se siente el amor hacia uno mismo durante la pubertad, por eso todo se convierte en un gran desorden. Y nuestros audífonos se vuelven ese ser humano indispensable que hacen a los cambios algo invisible a nuestros ojos. La camioneta se comenzó a sacudir y observe que estábamos tomando un camino de tierra que surgía del camino de concreto. Nos sacudíamos como muñecos con cabezas locas o gumbys de gelatina, las chica que estaban al lado mio sonreían como si estuviesen observando un programa de cámara escondida. La chica de la cámara decía " is funny how a mountain of the playground ¿nou?" y yo solo dije sonriendo con cara de extrañes "Yes?". Y ella alzaba los brazos como una montaña rusa, me causó risa por que no dejamos de tambalearnos, cuando pensaba que ya había pasado volvía a comenzar las sacudidas y con el pasar de ellas, cuando más nos acostumbrábamos mejor se observa el paisaje dándonos cuenta que estábamos rodeados de colinas y un gran césped que parece artificial pero algo era distinguible la gran montaña que poco a poco se hacía más grande, hasta un punto que podíamos ver todo sus detalles, su color marrón y su musgo. Parecía como que si estas estuviesen formadas de madera ya desgastada pero en realidad era de completamente roca que fueron formadas producto de la deriva continental, quizás en la era donde los dinosaurios aun caminaban por el planeta. Al pasar una gran colina nos fijamos que detrás de ella y Justo delante de nosotros estaba un gran río que transitaba rápido, era semi ancho y me llene de miedo al desconocer como lo cruzaríamos, la camioneta fue apresurado su velocidad hasta que se introdujo en el río y se comenzó a sacudir más fuerte por las piedras del fondo del río. Las chicas pegaban gritos espontáneos cuando el auto se resbalaba de las piedras y el agua fría salpicaba por la ventana y me sentí afortunado por no estar en esos asientos; ni en el delantero que ya estaba empapado. El conductor se reía a carcajadas y decía en medio de ellas "Esta agua proviene de los saltos, en las alturas por eso es tan fría" cuando culminamos de atravesar anunció sonriendo " aun nos falta uno mas que atravesar" y todos quedamos en silencio, con un poco de temor. Cuando nos acercábamos más al siguiente río, mejor, era vista del tepuy, se podía ver su pared tan cerca y por eso se llamaba el campamento "la pared" al que yo iba. Los turistas decían que se parecía a una montaña que se localizaba en ciudad del cabo en Sudáfrica. Pero yo creo que eso no se encuentra en ningún lugar, solo en Venezuela. Al cruzar el otro río nos empapamos un poco más, el camino era difícil pero la vista era genial y deje de sentir ansiedad a la soledad cuando observe que estas montañas siempre han estado solas y gracias a eso nunca se han erosionado. El auto se detuvo al cruzar el río, desde allí nos tocaría caminar a el campamento, tendríamos que subir unas cuantas colinas y nuestro único guía seria un camino de tierra y un mapa que estaba en la guía de viaje. Una historia que leí hace algún tiempo decía que aquí las personas suelen desaparecer y recordé eso con cada subida y bajada de colinas veía más lejos el campamento hasta que observe que la guía de viajes indicaba que era 1 kilómetro, me queje muchísimos del cansancio y del frío del aire.

-No lo entiendo, tienes la oportunidad de estar aquí, en medio del paraíso y no te gusta? - dijo el turista con un buen acento norteamericano sonriendo.

-Respira este aire, estas en un lugar donde los kilómetros no son distancias - dijo luego. Y al principio me quede atrás en la caminata, pensando en lo mal educado que era el hombre pero luego con el pasar de los pasos mire a la distancia y el cielo culminaba con el tepuy, ya no culminaba con el suelo. Vimos las chozas en la lejanía y respire con calma al asumir que ya había caminado los 1K de distancias. Lo mas bello era poder ver en la distancia el campamento y en el fondo la gran montaña como un gigante protegiendo a una hormiga. Sentí ese tambaleó en el cerebro que uno siente al llegar a un lugar nuevo, habían chozas, hamacas y tiendas. Cuando arribamos, un grupo de niños salio corriendo a nuestro encuentro; las turistas sacaron sus cámaras y comenzaron a capturar todo. Un niño se me acerco y me saludo con un "Hola" con la mano, pensaba que no le entendía hasta que dije "Hola" y el dijo sonriendo "me entiendes" . Yo pensaba que hablaban otro idioma, el idioma local de las tribus que allí vivían pero en realidad eran muy diversos. Entramos en la oficina de registro del lugar, donde cada persona tiene que inscribir su ingreso al campamento y pagar el guía si han decidido subir el tepuy.

NUEVAMENTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora