Guillermo sonrió tiernamente ante la respuesta de Samuel y hubo un silencio durante unos segundos. La verdad es que agradecía que le hubiese tocado un hombre con tanta clase y no un maleducado como con los que se había topado de vez en cuando, cuándo volvía a su casa por las noches. Samuel era atractivo, muy atractivo y un caballero, a pesar de sus extraños gustos. Guillermo se sentía nervioso desde que los había presentado su jefa, y es que su figura imponía a cualquiera. Llevaba un atuendo formal pero para nada aburrido, más bien elegante. Olía a divinidad y su aspecto se presentaba como el de un modelo de cualquier marca famosa de ropa.
- Guillermo, ¿estas bien? - La voz potente de Samuel sobresaltó al menor.
-S-si - Respondió sintiéndose estúpido por sus pensamientos.
Samuel ya había terminado de tomarse la copa y de despojarse de sus zapatos, y ahora iba acercándose a la gran cama sin prisa y calmadamente.
- Sabes, normalmente suelo dejar que mis chicos comiencen, pero esta vez empezaré yo.
- Está bien.
El azabache se fue reposando sobre la cama, dejando a Guillermo debajo suyo, con sus brazos a los lados de su cuerpo. A Samuel le gustaba ser un caballero con sus prostitutos, por eso más de uno se enamoraba de él, pero ninguno era el indicado.
- ¿Te han tratado mal? - Preguntó el mayor acariciando la suave tez del castaño.
- S-si, señor. ¿Porque lo pregunta?
- Estas temblando. Y no me llames señor, no soy tan viejo - Dijo y esbozó una sonrisa juguetona.
El mayor sonrió tímidamente y sólo asintió.
- Llámame De Luque.
Guillermo asintió y respiró profundamente. Después, comenzó desabotonando la camisa de Samuel, lentamente. El mayor se la quitó, dejando ver sus trabajados músculos y después dijo:
- ¿Por qué trabajas de esto? -
Una chispa de nostalgia se encendió en los ojos de Guillermo y respondió:
- Mi padre nos abandonó y mi madre no trabajaba, por lo cual tuve que meterme en este mundo para sobrevivir -
- Vaya, lo siento. - Dijo Samuel tiernamente. Un silencio incómodo les invadió y siguieron con lo que estaban. Samuel se despojó de su corbata y se la colocó suavemente a Guillermo en su delgada cintura.
- Te queda bien - Dijo y sonrió.
Sus mejillas se sonrojaron y comenzó a besar el cuello del mayor, con cierta timidez. Samuel pasaba sus manos por todo el abdomen y piernas del joven, mientras este besaba su cuerpo. Cuando el ambiente se caldeó un poco más y Samuel estaba solamente en ropa interior, intercambiaron posiciones, y ahora Guillermo se encontraba sobre las caderas del azabache. Este bajó los boxers de Samuel, dejando al aire libre su pene y se despojó de sus bragas de lencería. Se acercó a su miembro y se sentó sobre él poco a poco, provocando que un pequeño gemido saliera de su boca. Comenzó con pequeños y lentos vaivenes, mientras Samuel ponía sus manos en el trasero de Guillermo y lo masajeaba a su gusto. Sus movimientos de cadera se fueron intensificando poco a poco, como sus respiraciones agitadas. El castaño poco a poco iba cogiendo más confianza y le proporcionaba besos al mayor por todo su pecho, mientras sus vaivenes continuaban intensificandose. Guillermo gemía de vez en cuando y Samuel sólo sonría porque el causante de aquello era él. Siempre conseguia hacer delirar a sus chicos de placer, era un propósito que tenía. Guillermo quería más y por eso Samuel se levantó y le ordenó al menos que se quedase de rodillas en la cama. El mayor se colocó de pie, al borde de la cama y el menor se acercó a este, en una posición en la que Samuel podía divisar perfectamente la entrada de Guillermo. Acto seguido, se introdujo en él y siguió con lo que habían dejado antes. Guillermo acercó su pecho al colchón y Samuel comenzó de nuevo a pasar sus manos por su cintura. El azabache, ya exausto, terminó con sus últimas embestidas y eyaculó satisfactoriamente dentro de Guillermo. Este se desplomó sobre la cama, y el mayor se dirigió al baño, para darse una ducha. Sabía que Guillermo no olvidaría aquella noche.
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《 Striper 》Wigetta
FanfictionSamuel, uno de los actores más queridos y adorados por sus fans, decide comenzar con una adicción que será su perdición. Un prostíbulo gay, ¿Quién se lo imaginaria? Y, es más ¿quién podría llegar a pensar que allí se encontraria su más preciado y va...