~she waits at the door~

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"Mírame a los ojos mientras bailamos por el infierno"

Alya:

Mi país siempre ha tenido un clima caluroso, por eso siempre usaba trenzas, o dos coletas altas, pero al llegar a Tenerife sentí el cambio de temperatura.

Tenerife era sinónimo de brisa fresca, soleado pero sin rostizarte, daba ganas de soltarte el cabello y lanzarte al mar.

El olor a mar hacía cosquillas en mi nariz, mientras las olas me saludaban, como llamándome a ser parte de ellas.

Nuestro destino quedaba en la parte sur de la isla. La entrada me recordaba mucho a Miami, una larga línea de palmeras que conducían directo al campo de Golf "Golf del Sur"

Oliver y Julián iban en la parte de atrás del carro, mientras que Andrés conducía y yo iba de copiloto, embobada, con la vista clavada en la ventana.

Andrés jugaba con las emisoras de radio, y el par de atrás se entretuvieron con sus celulares. Fue un viaje de casi una hora.

El silencio era incómodo, pero lo preferiría de esa manera. Supongo que estaba más dolida con Julián, que con Oliver.

De Oliver era de esperarse. Siempre ha sido huraño conmigo y siempre lo he justificado con excusas idiotas o mediocres... ¿pero de Julián? Ese fue un golpe bajo. Me molestó que tuviese que armar un plan, y no decírmelo de cara.

¿No confiaba en mí?

—Llegamos, zanahoria... Y secuaces— anunció Andrés, mientras se bajaba del coche.

Pude ver por el retrovisor como Oliver y Julián, giraban los ojos irritados. ¿Porque eran así con Andrés?

Es verdad, tiene su humor extraño y sus bromas casi nunca tienen gracia. Pero es lo más cercano a un primo que tengo.

Lo conozco casi desde que conozco a Oliver. De pequeños siempre aparecía en los viajes de verano que hacía la familia de Oliver con la mía. Hasta que bueno, terminó el colegio y empezó a desaparecer del mapa. La universidad absorbía gran parte de su tiempo y no podía visitarnos tan seguido.

Habíamos llegado a una cabaña, el terreno era grande y extenso. Era de dos pisos, con un balcón que iba de punta a punta, el techo parecía estar hecho de hojas, mientras que la estructura era en un ochenta por ciento madera. Y al frente de esta, la playa.

—Creí que iríamos a un hotel— comentó Julián, mientras bajaba su maleta morada.

—Yo también— agregué, al tanto que me bajaba de la camioneta y me dirigía a la parte de atrás para coger mis cosas — aunque, me gusta más este lugar— me encogí de hombros e hice un ademán de subirme al cajón de la camioneta, pero Andrés me detuvo, diciendo que el bajaría mis cosas. Le agradecí.

—Efectivamente iban a ir a un hotel— comenzó a decir, entretanto bajaba mi maleta de mano—Pero después de una larga insistencia por parte de mi tía, mi padre accedió a ser su chaperón—bajó la maleta más grande—. Además a mí padre tampoco le gustaba la idea de ustedes tres solos por esta isla, sin límites, así que no fue difícil convencerlo. Y yo sugerí está casa que teníamos en alquiler, recordé que te gusta el mar, Zanahoria— concluyó con un guiño, para luego bajarse y limpiarse las manos en su pantalón jean.

Le agradecí con una sonrisa. Me gustaba mucho más esa cabaña que un hotel.

—¿Sabes que tiene nombre verdad?— refunfuñó molesto Julián.

—Tu opinión no me interesa, Julio— le contestó Andrés, Julián le clavó la mirada disgustado entretanto que Andrés le daba la espalda y se alejaba de nosotros acercándose al inmueble cargando mi maleta grande. Yo, por mi lado, cogí mi maleta pequeña y junto a los demás lo empezamos a seguir— La casa tiene cinco habitaciones y cada habitación tiene su propio baño, pero dos de ellos están en remodelación, así que tendremos que acomodarnos-

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