Un poco antes de Alya

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Narrador omnisciente:

Lunes, 2 de mayo de 1999

Querida Jenn:

Me gustan mucho los cuentos, y también las novelas mexicanas. Son tan enredadas, complicadas, con giros inesperados, pero al final de la ecuación nunca cambian. Los dos protagonistas siempre terminarán juntos, casados y con un chorrón de hijos.

Se que te burlaras de mí después de esto, pero estoy seguro de que no soy el único chico que ha visto "Juanita la de la calle" y lo ha disfrutado.

Hay muchas cosas que aún no entiendes y quizás no lo hagas en ningún futuro cercano. Pero no me puedo marchar sin haber intentado decirte la verdad.

¿Te he dicho que me gusta escribirte cartas?

Creo que ya lo has de haber notado, siempre he dicho que vale más una carta escrita a mano que cualquier email. Además, conociéndote se que te dolerá menos de esta manera.

¿A donde quiero ir con esto?

Es un poco más complicado que aquella vez que fingí perderme en el patio de tu casa "solo para verte".

Te diría la verdad de aquella noche, pero me cortarían la cabeza si fuese directo. No preguntes el porqué, ni el quién. Todo a su tiempo, mi amor. Todo a su tiempo.

Empecemos con una simple familia, la pobreza abundante en sus vidas, típico inicio para el típico cuento.

Luego entra la princesa y su familia adinerada. Esta parte es confusa, ni yo la entiendo, así que la saltaré. Lo importante de aquí son los personajes, que como Romeo y Julieta se amaron en lo prohibido.

La familia de la princesa no es tan honesta como aparenta y la del mendigo no está tan muerta como hace parecer.

Sus caminos se cruzaron, y su fin no era rescatarse. El mendigo odiaba a la princesa y la suerte que tenía. Detestaba verla tan sonriente, ignorante a río de sangre detrás de ella.

Así que un día se infiltró en su castillo, estaba cansado de tanta mentira. Haría caer a esos nobles reyes del infierno, nótese la ironía en mis palabras.

El mendigo era un mediocre, hay que admitir. Hacía las cosas por impulso y sin pensar, la princesa, curiosa como solo ella le gustaba pasear por los jardines de sus tierras.

La noche acababa de caer cuando ambos mundos chocaron. La bella sonrisa de la luna y las tinieblas de la venganza. Juntas en un solo lugar bajo la sinfonía del silencio y las mentiras.

Es obvio lo que viene después, creo que tú, más que yo sabes el resto del cuento, así que te haré la historia corta y me saltaré a lo que nos importa de este par de estúpidos.

La familia real descubrió al mendigo. Sabe que trabaja para sus enemigos y la princesa está próxima a saber. Ojalá no se confunda la bella doncella, y vea bien cuál es el bien y cuál es el mal.

El mendigo tendrá que huir por un tiempo, si alguna vez quiere volver a ver los ojos cafés de su princesa.

Espero que entiendas lo que te quiero decir y lo siento mucho, pero recuerda que este no es el final.

Te amo,
Evan

Jennifer, con lágrimas en los ojos, arrugó el papel. Sentía miedo, miedo porque esa carta no era la única mala noticia de la noche.

Dos rayitas azules bien pronunciadas eran solo el condimento de la buena parrillada de problemas se venían encima.







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Un capítulo corto y un poco confuso, pero verán que más adelante tiene mucho sentido. Sinceramente pensé que no alcanzaría a publicar hoy (cosas mías), pero el lado positivo de esto es que al fin cuadre algunas cosas de la historia y ahora espero/creo que puedo actualizar mucho más seguido. Hahahah

PRÓXIMO CAPÍTULO ENERO 16

Sonrían,
Elisabethammer

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