Capítulo 10: El miedo no es mi enemigo

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Los gritos empiezan a inundar la casa en cuestión de segundos. Se oyen pasos, portazos, llantos de una niña pequeña. Mi curiosidad rápidamente vence al miedo y decido ir a ver que está pasando. Bajo las escaleras con rapidez, notando mi corazón golpeando el pecho sin cesar. El pasillo de la planta baja esta completamente vacío. Las luces parpadean débilmente dando un toque macabro al momento. Abro la puerta de madera del salón. Mis ojos no tarda en localizar a los causantes del revuelo.

Puedo ver a Liam al lado del sofá. Su alta figura resalta del resto de las personas. Su hermana pequeña también está allí, mirando algo fijamente con los ojos muy abiertos. Luego hay un chico más, no lo sabría reconocer. Es bastante bajito, tiene una barba castaña que le cubre toda la parte baja de la cara y unas gafas de pasta negra. Me acerco lentamente hacía allí. La moqueta del suelo me acaricia suavemente los pies descalzos. Con dificultad reconozco un cuerpo estirado en el sofá. És Peter. Tiene el rostro pálido, con un par de moretones en el ojo derecho, su sonrisa ha sido arrebatada por una larga cicatriz infectada, seguramente echa con algún metal afilado. Tiene el torso desnudo, una gran mancha de sangre le cubre toda la parte del estomago. El hombre bajito está intentando cesar la hemorragia con dificultad.

Mi madre siempre me ha contado que yo tengo carácter de médico. Que en los momentos difíciles en vez de bloquearme me despierto. Pues en este momento sé que debo tener ese carácter. Sin dudar un segundo cojo el paño manchado que está usando el muchacho de la barba y lo aparto con un golpe de caderas. Presiono la herida hábilmente para parar la hemorragia.

Hace un año estuve enganchada a los documentales de medicina. Recuerdo que en uno enseñaban como se cosía una herida. Intento visualizarlo lo mejor que puedo en mi mente mientras le pido a Liam que me traiga hilo e aguja. Él, un poco sorprendido asiente i con torpeza sale del salón corriendo. Las otras dos personas de dentro la sala están muy pálidas. La niña pequeña se mueve inquieta, tiene los ojos inundados de lagrimas que intenta contener pestañeando. El otro chico tecla nerviosamente con el móvil. Llega Liam con un hilo rosa i una aguja corriente. Cuándo me lo pasa noto como mis manos tiemblan. Tranquila, pienso. Con lentitud empiezo a coser la herida, es una sensación extraña. Siento como la aguja pasa a través de la piel i vuelve a subir. De vez en cuando miro la cara de Peter, cada vez que le pincho para coser otro punto veo como hace una mueca de dolor. Está inconsciente, tengo miedo que se despierte i lo eche todo a perder. Cada vez tengo mas soltura i llego a hacer los últimos puntos con confianza. Envuelvo su torso con una venda, tapando la cicatriz.

— Bien echo. — dice el hombre de la barba. Asiento dándole las gracias.

— Gracias, Liv. — agradece Liam.

— ¿Pero como se lo ha echo?— pregunto yo.

— La pregunta indicada es, ¿Quién se la ha echo? — dice el chico barbudo. 

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Archivo multimedia: Milk and cookies and You're it. 

Besos.


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