Capítulo 11: Los hijos de la sangre

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- ¡Onee-chan! ¡Atrápame!

Un pequeño Yuri de diez años corría dando saltos entre la arena de la playa de Hasetsu. Yuko Katsuki, su hermana mayor de 13 años, soltó un suspiro y sonrió, agotada. 

- Yuri, ya es tarde- reclamó- Mamá se va a preocupar si no llegamos antes de que baje el sol 

- ¡Pero no es justo!- balbuceó el moreno, inflando las mejillas- ¡Prometiste que íbamos a jugar más que ayer!

La castaña rió y abrazó a su hermano con fuerza. 

- Mamá hará katsudon esta noche- comentó y los ojos de Yuri brillaron de repente- Si nos vamos ahora, te daré el mío 

- ¡Hecho!- exclamó el pequeño con una sonrisa 

- ¡Pero primero voy a comerme un katsudon llamado Yuri!

 - ¡No! ¡Onee-chan! ¡Espera...! 

Las carcajadas brotaron de manera incontenible de la boca del japonés, mientras se retorcía en los brazos de Yuko, quien le hacía cosquillas sin piedad. 

Mientras tanto, cerca de allí, una silueta pequeña y con largo cabello rojizo observaba a los hermanos. Su vista estaba fija en Yuri, quien reía de manera inocente. 

Sus labios se tensaron en una leve sonrisa. 

- Te encontré- susurró 

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- ¡Kenjiro, Minami!- exclamó la voz de su padre

El pelirrojo se volvió hacia él y se arrodilló. El hombre, con una sonrisa de orgullo, le tendió una navaja pequeña. 

- Minami, es tu turno de volverte uno de nosotros- anunció- La familia Kenjiro ha sido una de las más grandes mafias y nido de asesinos por décadas. Tú tienes que escoger a la persona que quieres que sea tu enemigo en el resto de tu vida, y deberás eliminarlo antes de que lo haga. Recuerda que un enemigo se forma a base del odio. Deberás destruir lo que ama 

El niño asintió, con fiereza en la mirada, y se puso de pie. 

- Ya tengo mi objetivo en vista, padre- repuso 

- Perfecto. ¿Y cuál será tu nombre desde hoy?

Minami sonrió y se apartó unos mechones rojizos del rostro. 

- El Guardián- declaró- El Guardián rojo 

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Yuri, tomado de la mano de Yuko, volvía hacia su hogar con una gran sonrisa. Esa noche comería dos cuencos de katsudon, y nada lo ponía más feliz que eso. Yuko se volvió un momento, algo asustada. La expresión en su rostro no era tranquila y aquello alteró a Yuri. 

- ¿Onee-chan?- tartamudeó- ¿Todo está bien? 

Yuko arrastró a Yuri hasta un callejón oculto y estrecho, y le soltó la mano allí. El niño estaba asustándose. 

- ¿Qué sucede? ¿Por qué me dejas aquí? ¡Tengo miedo!- reclamó, intentando tragarse las lágrimas 

- Yuri, quédate aquí- ordenó Yuko, con una sonrisa tranquilizadora- Volveré en un momento 

- ¡No te vayas! 

Aquel sollozo destrozó el corazón de la castaña, pero volvió a calmar a Yuri con una leve palmada en la cabeza. 

Yo soy Yuri, el mentiroso [ Un fanfic de Yuri!! on Ice]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora