Le di una última calada a mi cigarro antes de tirarlo al suelo y pisar la colilla con mi zapato. Respiré hondo dos veces y entré en lo que debería llamar hogar, pero que no sentía que realmente lo fuera. Un ensimismamiento abordó mi cabeza, al imaginar las veces que había entrado con entusiasmo por esa puerta. El sonido de mis llaves sonando contra el portón de madera en la entrada, hizo que saliera de un trance momentáneo que me había abordado por tres segundos. Dejé el llavero en el portallaves rectangular pegado en la pared izquierda y caminé con paso lento a la cocina.
—¿Hae? —cuestionó esa voz conocida, que me había despedido en la mañana antes de ir al departamento de ciencias médicas en la Universidad de Seúl.
El sonido de aceite siendo freído se coló con rapidez a mis oídos y el olor a carne se impregnó en mis fosas nasales en cuanto entré a la cocina-comedor. Crucé el comedor hasta estar en el campo de visión de Miyeon.
—Buenas noches, cariño —canturreó con alegría.
—Buenas noches —le respondí tan suavemente, que posiblemente pensé que no me habría escuchado. Sin embargo, me sonrió y supe que sí lo había hecho.
Su atención volvió a centrarse en la cena que estaba preparando, y comenzó a tararear una canción que no conocía. Volví al comedor, y jalé una de las sillas de la mesa para seis personas. Me senté con tranquilidad y tomé entre mis manos la revista de medicina que llegaba a casa el tres de cada mes. El ejemplar de este mes tenía de portada una bacteria y hablaba de lo avanzadas que se estaban tornando últimamente, de lo inmunes que se hacían aunque avanzara la tecnología.
—¿Ha sido un día agotador? —cuestionó, luego de lo que fueron tal vez diez minutos.
Alcé la vista de la revista a ella. Su brazo izquierdo estaba reposado sobre la silla gris frente a mí y su mano derecha, con las uñas pintadas de blanco, acunaba su barbilla. Me regaló una sonrisita suave, como si quisiera darme tranquilidad —y que tal vez lo hubiera logrado en otro momento— pero en ese instante no me movió ni un pelo.
—Algo —suspiré y proseguí: —Jongwoon está entusiasmado por regresar a clases. Ha leído por lo menos tres veces el currículum de cada uno de los estudiantes que le ha asignado Jungsoo; siento que hasta sabe en dónde vive cada uno —solté una risita corta.
—Ya sabes como es Jongwoon con esas cosas escolares, cariño. Siempre quiere dar lo mejor de sí como profesor. Además, recuerda que le da a los de primer año, forja la base de los futuros doctores de Corea —puntualizó.
—Lo sé, Minie —solté, sin meditar.
Mi apodo la afectó, lo supe por la forma en que abrió los ojos con sorpresa y cómo mordió la uña del pulgar. Lo que siempre hacía al ponerse nerviosa.
—Hacía demasiado que no me decías así, Hae.
Su mirada bajó a sus pies. Tenía razón. La última vez que la había llamado así, había sido en nuestro aniversario número tres, justo después de que hubiera llegado al orgasmo junto a ella. El último día que lo habíamos hecho. Seguro que los recuerdos habían golpeado su memoria y seguro que los echaba de menos.
—Lo siento —dije, arrepintiéndome de mis palabras. Aunque no sabía si se lo decía más a ella o a mí mismo.
—No es nada cariño, está bien. Ya sirvo la cena.
Y regresó a la cocina. Llevé mis manos a mi cara y solté un suspiro. Tallé mis ojos con mis falanges medios y me froté el puente de la nariz. Necesitaba hacer algo con mis emociones, o este paso terminaría con Miyeon. Lo más probable sería que se cansara de mí.
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Haphephobia [ eunhae ]
FanficLee Donghae sufre de hafefobia. Lee Hyukjae está dispuesto a ayudarle a superar su miedo, de la mejor forma que conoce. ▪︎hafefobia - miedo de tocar o ser tocado ▪︎e u n h a e