Dulzura, Belleza y Castidad

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Todomatsu bajo las escaleras de la habitacion lentamente, sinceramente una parte de el tenia nervios, ya que a pesar de no ser quemado por el sol, su piel era realmente sensible. Al llegar al comedor, Karamatsu le abrio la puerta para que pasase, por sus modales simplemente le dedico una ligera reverencia. Karamatsu le indico que se sentase a su lado. Todomatsu acomodo su falda para poder sentarse, estaba dispuesto a comer el plato que tenia enfrente, puesto que tenia mucha hambre, sin embargo al tomar la cuchara logro persibir las miradas de las hermanas rumorando sobre el, Karamatsu dirigio su mirada y le dijo al oido.

-No mi pequeño angel... no podemos degustar los sagrados alimentos aun... debemos agradecerle a dios-

Todomatsu bajo su mirada y dejo la cuchara en su lugar.

-Silencio porfavor.- grito furiosa Totoko, logrando callar los murmullos de las hermanas.-Hermano Karamatsu, podria indicarle a nuestra nueva hermana el protocolo si no es molestia- contesto un poco mas relajada sin embargo seguia molesta. 

Karamatsu tomo las manos de Totty y los entrelazo de manera que pudiera estar listo. Karamatsu seguido se levanto y con sus manos en la misma posicion y cerrando sus ojos comenzo a proclamar.

-"Señor nuestro, tu que eres todo poderoso, bendice estos alimentos, que por tu bondad vamos a recibir, bendice las manos que los prepararon, dale pan al que tiene hambre y hambre de ti al que tiene pan. Amén "- 

Mientras Todomatsu escuchaba eso y miraba como la gente a su alrededor mantenia sus ojos cerrados, el simplemente miro con enojo, mientras sus pensamientos se repetia la frase:

"¿como pueden adorar y pedir la bondad de alguien que le hizo tanto daño a mi madre?"

Las manos de todomatsu temblaban de colera, su piel sudaba de manera violenta, sus ojos dulzemente rosados comenzaron a volverse cada vez mas rojo intenso, sin embargo al sentir la mano del hermano Kara, rapidamente salio de ese trance. 

-Ahora si pequeño puedes degustar los alimentos-

Todomatsu miro al ojiazul y bajo las manos, sonriendole dulcemente tomo la cuchara. Realmente la comida humana le causaba repulsion, y mas una comida tan "corriente", un pedazo de pan acompañado de avena no era presisamente a lo que el estaba acostumbrado. Recordar sus desayunos en su palacio le causaba cierta nostalgia, esos dulces panecillos cubiertos de miel, sin embargo no tanta puesto que el dulce le causaba empalago, acompañado de fruta fresca y un delicioso te de rosas, era lo que mas deseaba.

Volvio a la realidad y metio en su boca una cucharada de avena, el sabor no era tan malo como el esperaba, era dulce y no empalagoso, sin embargo eso sabria mejor con fresas silvestres, como esas que se encontraban a las faldas de su palacio. Una parte de el queria abortar la mision, no iba a soportar vivir entre ese tipo de pueblerinos, sin embargo estaba mas cerca de encontrar a su madre. Observaba de reojo a Karamatsu, debia admitir que era atractivo, tanto que al desviar la mirada y agudizar sus oidos lograba escuchar las alabanzas que todas esas monjas le dedicaban. Algo que hizo que Todomatsu entrara en colera, esas solteronas estaban completamente enamoradas de Karamatsu. 

"Que mal gusto tienen estas mojigatas por ese padre. Parece que jamas habian visto a un varon en su vida..." 

Lo repetia multiples veces en su mente, no por tener celos u odio , simplemente sus oidos al ser puntiagudos podia escuchar a distancia las voces claramente, y bien, el hecho de escuchar alabanzas de su peor enemigo le causaba malestar y enojo. Debia admitir que sus oidos habian causado sus victorias, y que sus habilidades con la espada fueran mas que excelentes gracias a estos, pero, escuchar a esas monjas realmente lo iba a matar. 

~KaraTodo~ Un juego peligrosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora