Sueños incompletos

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¿Alguna vez se han enamorado tanto que renuncian a ustedes mismos por la otra persona?

Tengo 20 años y hace dos años vine a Estados Unidos por el famoso SUEÑO AMERICANO. Nunca estuvo en mis planes hacer tal locura, pero mi perspectiva cambió cuando la conocí.

Teníamos 18 años y ya llevábamos juntos tres años, siempre creí que el amor estaba por ahí, en cualquier parte donde yo quisiera, pero no era así. El amor lo encontré en ella, en su mirada, en su sonrisa, en la manera escandalosa de reírse hasta de mis chistes malos, el amor lo encontré cada domingo al lado de ella observando el atardecer. Ella tenía ese don de transportarme al universo en un segundo, sentía la magia en sus manos con sus roces. Me amaba tanto como yo a ella, aunque éramos solo dos adolescentes, puedo confirmar que era amor puro, amor real.

Un domingo como tantos, estábamos en la orilla del mar y allí, antes de que el sol se ocultara le dije que quería permanecer siempre a su lado, le confesé que no podría vivir sin ella, y le pedí que hiciéramos nuestra vida juntos. Ella aceptó con lágrimas en sus ojos, sin pensar en nada más que nosotros. Meses después llegamos al acuerdo de que vendría a Estados Unidos al terminar la universidad para conseguir dinero para nuestra boda y gastos. Tomé el vuelo a New York 5 de enero del 2015 y cumplí con mi promesa, hablábamos todos los días y al parecer todo marchaba bien. Después ella comenzó a ignorar mis llamadas, a no responder ni un solo de mis mensajes, intenté contactarla por medio de una red social pero ninguno era muy fan de utilizarlas, ya faltaba un mes antes de volver a mi país natal y compré el anillo más precioso que encontré para pedirle que se casara conmigo de la manera que ella lo merecía.

Tomé el vuelo de regreso el 12 de febrero del 2016 y lo primero que hice fue irla a buscar. Un familiar me informó que no vivía en el mismo lugar, lo cual me resulto extraño, pero me dio la nueva dirección y corrí a buscarla.

Toqué la puerta y ella abrió, y me sorprendió verla de nuevo, aún más porque noté que llevaba un vientre más grande y abultado. Estaba embarazada. Justo ahí, en la puerta del hogar que seguramente compartía con alguien más, sentí que mi mundo se caía a pedazos, sentí que la vida me pasaba justo en frente de mí, saqué la cajita con el anillo de mi pantalón y lo deposité en sus manos dando media vuelta para salir de allí.

Al día siguiente regresé a Estados Unidos y me quedé en mi departamento pensando si en realidad había valido la pena, conseguí un buen trabajo y una buena vida aquí, pero no junto a ella, no terminé de cumplir mi sueño.

Aún la recuerdo, aún la extraño, aún la amo.

Año 1990.

Historias de una loca enamoradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora