He escuchado que las personas cambian cuando las dañan, cuando les rompen el corazón, cuando se cansan.
Dicen que las personas con el corazón roto son valientes, y claro que lo son. Tienen que vivir con recuerdos, con insomnio, con miedo a amar nuevamente, viven con el corazón sangrando día a día por la misma herida que muchas veces se hace más profunda, más dolorosa, más eterna.
Nunca me han roto el corazón, me lo he roto a misma. Porque yo fui esa persona que rompió un corazón, que destruyó un amor y que acabo la ilusión de poder amar de otro ser y al hacerlo contra él, también lo hice conmigo porque creo que cuando una persona daña a otra, no encuentra paz emocional. No se puede vivir tranquilamente sabiendo que hay alguien llorando cada noche por tu culpa, entendiendo que eres quien le roba el sueño, quien provocó una inseguridad en sí mismo, una inestabilidad emocional creando un miedo, una cicatriz.
Entiendo perfectamente lo horroroso que es tener el corazón roto sin importar que edad tengas. Las personas solemos practicar la destrucción a la misma especie. Y es que no nos alcanza con nuestra vida, sea miserable o no, siempre tenemos la necesidad de intervenir en la de otros quizá para bien, quizá para mal.
Sufrir está bien, es parte de la vida, pero recuerda que es más valiente quien aprende a volar en la oscuridad a quien espera que amanezca.
Año 2015.
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Historias de una loca enamorada
Short StoryHistorias contadas desde diferentes perspectivas del amor. El amor es todo un lío que muchas veces no sabemos resolver. El amor es fuego y hielo, es alegría y tristeza, es bueno y es malo. Pero sobre todo, el amor es real.