Alzando la cabeza, Seung Hyun se observó detenidamente en el espejo luego de retirar con su palma desnuda el exceso de denso vapor sobre el cristal mientras anudaba la sencilla toalla blanca alrededor de sus estrechas caderas. Suspirando, se propuso salir del cuarto de baño sólo para encontrar sobre su cama al joven y delgado hombre que yacía bajo las sábanas de color ébano, quien parecía descansar tranquilamente. Acercándose lo suficiente, tomó asiento al borde de la cama mientras se permitía acariciar dulcemente los espesos cabellos de algodón.
¿Qué era exactamente lo que estaba buscando de aquel joven? No iba a negarlo, la intimidad con él había sido una de las mejores experiencias de su vida, y al principio eso le había hecho creer que un día simplemente iba a cansarse, sin embargo también había descubierto que disfrutaba su compañía; las largas noches haciendo el amor, las divertidas mañanas que pasaban simplemente acurrucados uno contra el otro, las tardes interminables en las que se comportaban como adolescentes tontos.
El peli rosado era espontaneo, irrespetuoso y testarudo. Era el tipo de hombre que no se quedaba con sus inconformidades, aún si conllevaba armar un espectáculo. Tenía una forma bastante peculiar de resolver sus problemas. Era un alma fresca, y libre, lo contrario a él. Ambos eran como dos polos totalmente opuestos, y aun así, cada momento entre los dos parecía ser invaluable.
—Cuando permaneces demasiado tiempo de esa forma, comienzas a darme escalofríos...— el ligero tono ronco acarició el espacio carente de sonido. Volviendo la mirada a aquel par de esferas color caramelo, el más viejo se permitió apreciar la tranquila expresión que teñía las suaves facciones.
—¿Cómo?
—Mirándome por tanto tiempo...— sonrió con ligereza mientras se removía perezosamente— En algún punto pareces ausente y tu expresión se vuelve demasiado aterradora.
—¿Aterradora?— rio gravemente— ¿Eso crees?
—Sí. Parece como si quisieras hacerme algo malo.
—No sé, quizás así sea.— sonrió— Quizás quiero secuestrarte, atarte y algo más...
—Eso sería sublime...— rio. Irguiéndose lo suficiente como para quedar frente al rostro del otro, Ji Yong se permitió mirar directamente al par de ojos color ébano, encontrando un apenas perceptible brillo escondiéndose en ellos.
—¿Qué?— murmuró mientras sentía la amplia mano del joven acariciando su húmedo cabello, para después cerrar los ojos al experimentar la ligera caricia sobre el contorno de su rostro— ¿Ji?— murmuró al cabo de unos minutos, abriendo los ojos.
—¿Qué pensaste la primera vez que nos vimos?— inquirió de pronto— Cuándo me miraste a los ojos.— explicó.
—No, no lo sé.— suspiró abrumado— Fue extraño. Me pareciste una chica bastante bonita...— rio, escuchando la risa del otro secundándole— Y después, tan sólo creí que eras un chico extravagante.
—¿Y eso es bueno?
—Eres tú mismo. Piensas y actúas como nadie que conozca.— acarició los nudillos de la mano del peli rosa— ¿Qué quieres que te diga? Me gustas en verdad, mucho.
—¿Aún con mis extravagancias?— viró los ojos mientras acentuaba alegremente cada sílaba.
—Aún con tus extravagancias.— sonrió mientras se inclinaba apenas lo suficiente como para apoyar su frente contra la del joven— De hecho es lo que más me gusta de ti.
—¿Sabes lo que a mí me gusta de ti?—el mayor sacudió la cabeza— Esa forma tuya de resolverlo todo. La forma en la que enfrías la cabeza y buscas la solución. Eres serio la mayor parte del tiempo, sin embargo, sabes cómo disfrutar del momento.
ESTÁS LEYENDO
ATYPICAL PRINCESS
RomanceUno no quería más dulzura, no era una chica para que lo trataran como a una. El otro estaba harto de involucrarse con mujeres que iban detrás de su billetera, mujeres libertinas y codiciosas. Él quería a una chica linda y que le necesitara hasta par...