Capítulo 15

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  – ¿Te asustan las tormentas? – preguntó extrañado.

– Sí, desde niña – respondí con toda la vergüenza del mundo, algo completamente absurdo después de todo lo que habíamos hecho, quizá por eso me sentí tonta al admitir mi temor.

– No pasa nada, la lluvia es algo muy normal, vital para la vida, además, no estás sola.

– Lo sé, es sólo que – recordé las famosas reglas y guardé silencio – no importa.

– Tranquila, me quedaré aquí hasta que pase – dijo acariciando suavemente mi hombro.

– ¿De verdad?

– Sí, no traigo coche y no quiero mojarme.

Mi ilusión se desvaneció en el aire, por un segundo pensé que se quedaría sólo por hacerme compañía, pero supuse que eso rompería la regla de los lazos afectivos, así que me separé de él y me volteé dándole la espalda, me abracé a la almohada hasta que me quedé profundamente dormida.

Un ruido me despertó, me pareció que era la puerta al cerrarse, pero al enfocar mi vista en ella no había nadie, miré mi reloj y eran las 10:45 de la mañana, entonces me levanté a toda prisa de la cama y cuando terminé de vestirme caí en la cuenta de que era sábado, sola me reí y moví la cabeza. Tomé mi bolso de la mesa y me encontré otra nota escrita en computadora "Recuerda que después de la tempestad viene la calma, la vida es un equilibrio y no podemos ir en contra de eso", volví a leerla varias veces, no comprendí el mensaje de trasfondo si es que lo había, la guardé en mi bolso y salí de la habitación, no sin antes voltear hacia la cama y recordar lo que había pasado en ella, el desorden era prueba fiel de la noche más desenfrenada y placentera de mi vida, una amplia sonrisa apareció en mis labios y salí rumbo a mi departamento.

Tomé un largo baño, mientras imágenes de lo sucedido la noche anterior se repetían, sus besos, sus gemidos, sus caricias, todo lo tenía tatuado en mi mente y en mi piel, me sentía satisfecha como nunca antes y estaba decidida a seguir con él, no podía renunciar a todo lo que me hacía sentir, quizá con el tiempo se olvidaría de las reglas y me mostraría quien era en realidad, pero, extrañamente, yo no estaba muy segura de que él supiera quién era yo, me asustaba la idea de que no le agradara Adele, la chica correcta y de futuro prometedor en el mundo de la publicidad y ese pensamiento me llevó a Alex, aún lo amaba, él me completaba de una manera muy diferente, pero en ese instante no quise pensar más, recordé las palabras de Jessie: "disfruta del momento sin pensar en el después" y eso era lo que iba a hacer.
Después de lavar la ropa y medio recoger el departamento, me tumbé en el sillón a ver televisión, aún tenía un par de horas antes de arreglarme para ir a cenar con Alex, Jessie y su esposo. Fui cambiando de canal en canal y en uno encontré el anuncio de una nueva marca de ropa juvenil que lanzarían próximamente y de la que nosotros nos estábamos haciendo cargo de promocionar, ese comercial lo habíamos hecho en la agencia y siempre me gustaba ver lo que hacíamos. De repente, el cansancio me venció y me quede ahí dormida, cuando abrí los ojos me di cuenta que pasaban de las seis, tenía el tiempo justo para arreglarme, al levantarme del sillón sonó el teléfono, me recargué en el respaldo y lo contesté.

– Hola.

– Hola mi amor, ¿cómo estás? – exclamó Alex de lo más amoroso.

– Bien, ¿y tú?

– Extrañándote.

– Yo también – dije tratando de sonar sincera.

– Amor, te tengo dos noticias, una buena y una mala, ¿cuál quieres primero?

– A ver, empecemos con la buena.

– Tengo dos pases para el juego de los Gigantes de Nueva York del próximo lunes, en palco preferencial, ¿qué tal, eh?

– Grandioso, sabes que me encanta el futbol americano – exclamé sarcástica.

– Te gustaba cuando íbamos en la escuela, cariño.

– Pero, sólo porque jugabas tú – él formaba parte de la línea ofensiva.

– Vamos, será divertido, además hace mucho que no vamos a un partido de nada.

– Si cierta persona no fuera adicta al trabajo podríamos ir con más frecuencia.

– Por eso ahora que está la oportunidad te estoy invitando.

– Está bien, vayamos al partido y, ¿cuál es la mala noticia?

– Que no alcance vuelo para hoy y no podré llegar a la cena, perdón y dale mis disculpas a Jessie y Christopher.

– Está bien, no te preocupes – dije mientras pensaba que esa invitación al partido no era por nada, él ya sabía que nos dejaría colgados en la cena.

– Te mando muchos besos, te llamo cuando llegue mañana, recuerda que te amo.

– Yo también, cuídate.

Moví la cabeza mientras caminaba a mi habitación, no sabía que pensar, quizá por mis propias culpas pero empezaba a dudar que Alex en realidad estuviera trabajando, cada vez eran más frecuentes esos viajes de fin de semana, de hecho en el último mes y medio no había estado conmigo ningún viernes ni sábado, pero si era así yo no tenía nada que recriminarle. Saqué mi ropa del armario y comencé a vestirme.

Eran las cinco de la tarde del lunes cuando me llamó Alex  para decirme que estaba a tres calles de mi oficina para irnos al partido y le dije que lo veía en la entrada del edificio. Apagué el ordenador, estaba por tomar mi bolso del cajón cuando sonó mi telefono y casi me da un paro cardíaco cuando vi de quien se trataba, no podía ser cierto, no, justo hoy, ¿por qué el destino se empeñaba en jugar conmigo?

– Hola – respondí con el corazón latiéndome a toda prisa.

– ¿Estás libre esta noche? – dijo de la forma más endemoniadamente sexy haciéndome dudar.  

¿Estás libre esta noche?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora