Capítulo 35

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- Me lo dio una chica en el baño de un bar, no sé cómo se llama y vagamente la recuerdo - ahora fue mi turno de avergonzarme, él soltó una risita y movió la cabeza.
- ¿Y por qué me llamaste?, estarás de acuerdo que fue sumamente arriesgado.
- Lo sé, me imaginé miles de cosas pero - suspiré - el día que te llamé era mi cumpleaños, mi papá vive muy lejos y mi mamá en Los Ángeles y, para variar, Alex tuvo que trabajar hasta tarde, así que me sentía muy sola, de casualidad encontré la servilleta con tu número y después de vacilar mil veces te llamé.
- Vaya, veo que la cuarta regla fue rota mucho antes que las demás.
- ¿De qué hablas? - pregunté sorprendida, sólo recordaba tres.
- Regla número cuatro, no repartir los teléfonos indiscriminadamente y menos a desconocidos, te repito que es como una secta, había que ser muy selectivos a la hora de dar algún teléfono, ni imaginas que personajes están envueltos ahí.
- No quiero saberlo, se me revuelve el estómago de imaginar con cuantas has estado.
- ¿Ahora entiendes lo que yo siento al pensar que Alex pueda tocarte? - respondió poniendose detrás de mí y abrazándome por la cintura
- No es lo mismo, él es mi novio.
- A eso precisamente me refiero, ustedes han hecho el amor, sé que suena trillado, pero es la verdad, yo sólo he tenido sexo con esas mujeres, ninguna había significado nada - me dio un beso en el cuello - hasta que tú apareciste una noche y me cambiaste la perspectiva de todo - añadió recargando su mandíbula en mi hombro.
- Entonces, ¿no soy una más? - dije con el corazón en la boca.
- ¿Y todavía lo preguntas?, jamás había roto las reglas Adele, sabía perfectamente que esas mujeres estaban con otros de la misma forma que estaban conmigo, así que ninguna valía la pena, pero contigo fue muy diferente, por eso no te dije la última regla, desde un principio supe que no le darías mi teléfono a nadie, así que no era necesario decirla.
- ¿Y ahora qué va a pasar?
- Lo que tenga que pasar - me abrazó con más fuerza - lo único que debes saber es que no dejaré que salgas de mi vida - resopló en mi oído - y espero que el que salga y pronto de la tuya sea él, no quiero compartirte con nadie... y menos con él.
- ¿Por qué lo dices de esa forma?, ¿tú sabes algo de Alex que yo desconozca?
- No, me gustaría para que de una vez por todas lo dejaras, pero no sé nada - me dio otro beso en el cuello - mejor olvidémonos de él y aprovechemos estas horas juntos.
Colocó sus manos en el plato que sostenía y me ayudó a restregarlo al igual que los demás que faltaban, ninguno decía nada, sólo sentía su cuerpo pegado al mío y su aliento sobre mi cabeza. Nuestras manos se rozaban entre los platos y el jabón que resbalaba, Simón deslizaba sus dedos en los míos, la sensación era maravillosa, sentí poco a poco como él se excitaba, pegando más su cuerpo al mío que en automático hice hacia atrás y cerré los ojos al sentir también mi excitación. Él dejó correr el agua para retirar el jabón de los platos y después los pusimos en el escurridor.
Con sus manos, aún mojadas, acarició mi abdomen por debajo de la camisa y un escalofrío delicioso recorrió mi piel mientras me daba besos cortos en el cuello. Me giré para quedar frente a él y nos besamos apasionadamente en tanto le acariciaba el pecho por encima de su camisa . Él me tenía abrazada, acariciando mi espalda. Subí mis brazos sin que él lo pidiera y me quitó la camisa y después el sostén, delineó mis senos con las yemas de sus dedos y después los besó en tanto yo acariciaba sus cabellos. Se separó un poco mirándome con un infinito deseo, entonces yo le quite la camisa y la dejé caer al suelo, besé su torso perfecto, lamí sus pezones y él jadeaba acariciando mis nalgas por encima del pantalón y después deslizó sus manos para desabrochármelo.

Me cargó y me colocó en la mesa para quitarme el resto de la ropa, mi respiración estaba más que acelerada y lo único que deseaba era sentirlo en mi interior, no importaba cuantas veces me hiciera suya, la sensación previa era la misma, incluso más intensa con cada encuentro. Mientras Simón retiraba el condón de su envoltura yo le desabroché el pantalón y se lo baje al igual que su bóxer, mientras se lo colocaba me besó apasionadamente y segundos después sentí como se introdujo, yo puse mis manos en sus nalgas para impulsarlo a que entrara más profundo, él me acariciaba el contorno de mi cuerpo y nos mirábamos, grabándonos las expresiones de placer que ambos teníamos en la cara, tratando de gemir lo más bajo que se pudiera.

Dirigió su boca a mi cuello y lo recorrió con su lengua y después lo succionó con sus labios, yo lo sujeté fuertemente por la espalda, sintiendo como entraba y salía de mí con un ritmo exquisito y lo aprisioné con mis piernas para intensificar la sensación, gruñó en mi oído y entonces, tomé su rostro con mis manos y lo besé desesperadamente, pero terminé rompiendo el beso porque no pude reprimir el grito al llegar al orgasmo al mismo tiempo que él, que apenas y pudo ponerme su mano en mi boca para que no fuera tan audible mientras me miraba con sus ojos acuosos debido al intenso placer que acabábamos de experimentar. Retiró su mano de mi boca y me besó una vez más, en tanto yo acariciaba su cuello y sus hombros bien definidos, después me abrazó fuertemente unos segundos y luego frotó mi nariz con la suya en tanto acariciaba mis mejillas.

- ¿Qué me hiciste Adele?, que me tienes todo hipnotizado.
- Lo mismo que tú me hiciste a mí, porque yo estoy igual que tú.

Me regaló la hermosa sonrisa que me encantaba y volvió a besarme, nos separamos lo necesario para tomar aire cuando, de pronto, se escuchó un ruido y se encendió la luz de la sala y en el suelo alcance a ver una sombra.
No pude moverme del pánico que me inundó, la escena del ping pong vino a mi mente y eso no sería nada a lo que sucedería si era Alex el que estaba ahí. Simón alcanzó a subirse y abrocharse el pantalón y se volteó para encarar a quien fuera, yo sólo pude enterrar mi cabeza en su hombro mientras él trataba de cubrir mi cuerpo desnudo.

¿Estás libre esta noche?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora