Capítulo 34

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– Por favor, quédate esta noche conmigo, es la última que estaremos aquí, el lunes viajo muy temprano a Londres voy a ver un nuevo hotel y regresaré días antes de la boda de Rose– me pidió parándose frente a mí con cara de gorrión herido.
– Pero Simón, ¿cómo me pides eso?, ¿qué quieres que le diga a Alex?
– No sé, ármale una discursion y le dices que te dormirás en la otra habitacion, por favor – suplicó no sólo con palabras sino también son su mirada.
– No sé Simón... me pones en un apuro.
– No es mayor al que tú me pones, Adele, no vamos a vernos como en mes y medio, regálame esta noche, por favor – insistió tomando la punta de mis dedos.
– Mira, hagamos esto, subiré y cuando esté dormido me escapo, Alex tiene el sueño muy pesado y seguro no se dará cuenta.
– Está bien – aceptó con una gran sonrisa mientras acariciaba mis dedos.
– Chicos me voy a dormir – anunció Leila entrando a la cocina y separamos abruptamente las manos mientras la mirábamos asustados.
– Hasta mañana niña, que tengas dulces sueños – dijo Simón cariñosamente y yo lo miré seria y salí de la cocina después de despedirme de ella.

Alex  estaba sentado en el sillón cambiando de canal en canal. Leila pasó, se despidió de él y subió. Simón salió de la cocina y se sentó en el otro sillón sin decir nada. Minutos después Alex se levantó y le dio el mando de la television.

– Ya es tarde, vámonos a dormir, cariño – exclamó mirandome.

Simón  me dio una mirada suplicante que Alex no percibió porque estaba dándole la espalda y entonces recordé las misteriosas llamadas telefónicas.

– No tengo sueño, además, hay que lavar los platos, no sé pueden quedar sucios y no quiero andar con prisas mañana.
– Está bien, pero no tardes – se inclinó para darme un beso, pero agaché la cabeza y terminó por dármelo en la frente.
– Simón, ¿tú no vas a dormirte ya?
– Sí, pero primero tengo que sacar unas cosas del coche para entregarlo mañana.
– Bueno, hasta mañana – se despidió y subió las escaleras.

Simón se quedó sentado ahí y cuando se escuchó que Alex cerró la puerta de la habitación, me sonrió y se acercó a mí.

– Gracias señorita limpieza – exclamó en tono de burla.
– Muy gracioso, acompáñame a la cocina, anda.

Me tomó de la cara y me plantó un beso en los labios, yo le recriminé con la mirada, él me tomó de la mano y entramos a la cocina. Me puse el delantal y comencé a lavar los platos mientras él se recargaba en el mueble, a mi lado.

– Cuéntame de ti – dijo metiendo sus manos a los bolsillos de su pantalón.
– ¿Qué quieres saber?
– Lo que quieras contarme..
– Está bien, pero... – tomé un fuerte suspiro, era una duda que tenía desde el primer día que lo conocí y que después de este fin de semana se había incrementado – ¿tú podrías primero contestarme una pregunta?
– Claro, pregúntame lo que quieras, las reglas ya no existen – me guiñó el ojo.
– ¿Por qué un chico como tú tiene un... pasatiempo tan... peculiar?
– ¿A qué te refieres? – exclamó extrañado.
– A la forma en que nos conocimos – dije mirando el plato que lavaba para evitar mirarlo – ¿por qué lo haces?, si no es por dinero, que obvio no te falta, entiendo lo del placer, pero, ¿no sería más fácil conseguirse una novia o ligarse a alguien en un bar?, ¿por qué así?, ¿por qué esas reglas?
– Es complicado Adele – suspiró – así como a ti, un amigo mío de la universidad me dio el teléfono de una chica y me explicó de que se trataba el asunto – miró al suelo un tanto avergonzado, creo que era la primera vez que hablaba de eso con alguien – me dijo que era un tipo de sociedad secreta, de cierto nivel económico, quizá para salir de la rutina o cumplir fantasías que no harían con su pareja, así que un día por curiosidad le llamé a la chica y... bueno, fue emocionante eso de no saber nada de la otra persona y seguí con el juego, a veces yo llamaba y a veces me llamaban – me miró fijamente mientras yo procesaba la información y me dio una rabia pensar que él llamara a alguien – ahora tú dime, ¿quién realmente te dio mi teléfono?, no te ofendas, pero tú no encajas en el prototipo de las chicas que están involucradas.  

¿Estás libre esta noche?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora