Capítulo 5

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Capítulo 5

Reí y le miré a los ojos.

—¿Y quién te ha dado permiso para meterte en mi cabeza?—dejé escapar sin quererlo.

Él levantó una ceja sorprendido y se acercó a mí. « Mejores amigos…Eh, Nicole, es tu mejor amigo, esto solo es de broma, cosas de amigos» repetí para mis adentros.

En pocos segundos su mirada se encontraba a escasos centímetros de la mía, podía sentir su respiración, cerró los ojos y se aproximó aún más.

De repente, un alegre acento británico resonó a mis espaldas.

—¡Hola, señorita! —rio alegre el mismo chico de la pasada noche.

Me giré, dándole la espalda a Oliver, para volver a contemplar los rasgos tan perfectos de aquel muchacho. —Hola—pausé—em… ¿te llamas…?—incliné la cabeza con curiosidad.

Él tendió su palma y cogió la mía, para darme un beso en el dorso de la mano. —Drew, un placer, señorita…eh…—dudó.

—Vamos, sé que eres muy observador, ¿por qué no lo adivinas? —comencé el juego.

Negó con la cabeza.

Segundos después comenzó a observarme con rareza y a caminar a mi alrededor, examinando cada centímetro de mi rostro y mi cuerpo. 

—¿Alice? No, no ha  insistido mucho en que lo adivine, por lo que no es perseverante como este nombre indica…Olivia…no, no es usted, señorita, muy inquieta, pues si lo fuese, ya habría perdido la paciencia conmigo. —Pausó, para clavar su mirada en mí— ¿Nicole, tal vez? — dejó escapar en un suspiro.

Empecé a dar lentas y sosegadas palmadas mostrando mi sorpresa  y mi admiración.

—¿Cómo? — pregunté intrigada.

—Nicole es un nombre propio de personalidades sociables, que aman lo culto, lo que es y puede ser, a las que les gusta sentirse admiradas. ¿Estoy en lo cierto? —sonrió, dando paso a que mis labios dejasen escapar otro suspiro.

Se acercó a mí, apoyando su frente en la mía.

Podía oler su colonia, esa es posiblemente una de las mayores debilidades de una chica; los chicos que huelen bien.

¿Por qué estaba tan cerca de este extraño?

— ¿Por qué me hablas de usted? —reí. —Siempre me dijeron que a la realeza hay que hablarle con educación— mostró de nuevo esa preciosa sonrisa. —¿La realeza? — interrogué. —Sí, eres una princesa, ¿no? —se mordió el labio y rio.

Le di un golpecito en el hombro y reí. —¡Deja de decir tonterías y tutéame!

Entonces un estruendo interrumpió nuestra conversación. Apartamos la mirada el uno del otro para comprobar que Oliver se había caído al suelo.

—¡Ayuda!, —gritó desde el césped del parque— ¡me he mareado!

Drew se arrodilló a toda prisa a su lado.

Y entonces escuché algo que tal vez no debí haber escuchado.

Oliver se acercó al oído de Drew y susurró. —Creo que me he mareado de la angustia que me produces, idiota. —Sí, pero bien que te ha dado la espalda en cuanto me ha visto— replicó el británico. —Solo porque le produces curiosidad, deja de hacerte el interesante, niñato, aléjate de aquí, ya. — ordenó Oliver.

Y así hizo Drew, se levantó y se fue de aquel sitio.

Oliver se levantó de golpe y se volvió a posicionar a milímetros de mis labios.

—¿Por dónde íbamos? —rio.

Le miré con los ojos entornados y me acerqué hasta que nuestros labios se rozaron.

—Creo que…—le puse una mano en la mejilla y le acaricié suavemente— ¡por aquí! Le mostré mi hermoso dedo del medio y le pisé el pie izquierdo. Seguidamente, me fui de ahí a paso ligero.

Di un portazo y subí corriendo a mi habitación, donde me esperaba una sorpresa que desconocía hacía diez segundos atrás. 

Había una pequeña nota sobre la cama. La tomé y comencé a leer.

«Hola, ¿dijiste que podía tutearte, no?

Siento haberme ido sin despedirme, para compensarte,

te invito a comer. En una hora paso a por ti,

iremos al The Gherkin

Te espero

x »

Muchas dudas comenzaron a plantearse en mi cabeza. La primera fue «¿Cómo ha conseguido entrar para dejarme esto en mi habitación?».

Luego empezaron a surgir cuestiones secundarias.

¿Al The Gherkin? Este chaval estaba loco. ¿Cómo iba a invitarme a ese restaurante? Tendría que vender sus dos riñones para poder pagarlo. Y yo no tenía dinero suficiente ni como para pagarme lo mío.

Aunque le hice caso, tenía la esperanza de que al venir él, pudiese convencerle para ir a un restaurante más barato o simplemente a dar una vuelta.

Pero si la intención era ir al The Gherkin, tenía que ponerme elegante, o al menos, no tal informal.

No obstante, antes necesitaba música, así que conecté mi móvil a los altavoces de mi habitación y rápidamente giré la rueda de volumen para hacer que temblase el suelo al ritmo de ‘’Dance with me tonight’’, de Olly Murs.

«I won’t give up without a fight» sonaba, mientras abría las puertas de mi armario de par en par.

Cogí mi vestido favorito, me lo puse y me miré un par de veces en el espejo antes de entrar al baño a terminar de arreglarme.

«Girl, just close your eyes, we can dance all through the night»  llegaba a su fin la canción.

Salí del baño y puse la siguiente; ‘’Burn’’, de Ellie Goulding, pero a los pocos segundos de comenzar a sonar la melodía, alguien tocó al timbre.

Paré la música, cogí un pequeño bolso, metí el móvil y bajé las escaleras a toda prisa.

Ahí estaba Drew, bastante formal, pero no me fijé mucho en su atuendo, ya que apenas se le podía ver detrás del enorme ramo de flores que portaba.

—¿Y esto? —acaricié una flor riendo. 

-M

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