Capítulo Dos

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—Estoy orgullosa de ti.

Escuchar esas palabras salir de la boca de su kwami hacen que Chloé suspiré y se relajé un poco. Cambiar su actitud de egocéntrica y mimada es algo difícil, pues no es a lo que esta acostumbrada del todo, pero sabe que es lo correcto.

—Marinette me miraba extraño—Comentó ella, limpiando su rostro con el agua de la llave.

—Pues según lo que me cuentas, era de esperarse. Cariño, no eras una persona muy amable.

Su mirada viajó desde el espejo hasta sus manos mojadas, pensando en que su reciente manicura ahora ya no era tan especial como ella había creído que era, como las del salón tenían su rostros tan deteriorados de tanta amargura y ella pensaba que sólo se trataba de un día de trabajo difícil y no tardaba en burlarse de eso.

Por un microsegundo odio a su padre por hacerle vivir en una mentira todo ese tiempo, pero él tampoco tenía la culpa de que su esposa hubiera muerto, él solo había querido hacerla feliz, diciéndole que todos la adoraban.

—¿Sabes algo? —La voz calmada de la abeja revoloteo en sus oídos, llamando su atención—No debes de echarte la culpa, sí, fuiste la culpable de algunos akumas ¿Y eso qué? Ahora ayudarás a volver París más segura que antes, Ladybug y Chat Noir agradecerán tenerte.

—¿Y si no lo hago bien?

—Nadie es perfecto.—Contestó inmediatamente, sin dudarlo—Aprenderás, solo debes tener esa confianza que ya tienes pero esta vez, con carácter.

La kwami parecía saber lo que hacía, era como ver una mujer mayor encerrada en el cuerpo de una abeja. Chloé la primera vez que la había visto había resultado mal, ya que le había llamado “niña mimada inmadura” algo que desató un desafío entre ambas. Pero después de calmar las aguas, descubrió que su voz y su instinto maternal la hacían ver como una madre.

—Bien, ¿Y... Eso como se hace?

—El carácter se crea depende de la seguridad que tengas en ti mismo. Saber que no puedes rebajarte al nivel de las personas que te tienen envidia y rencor, pero que tienes que ser, al mismo tiempo, una mano para el que esta mal.

—No entiendo, es decir, ¿Ni tan alta pero ni tan baja?

Negó con la cabeza con cierta dulzura, Chloé tenía cierta ternura en todo eso, como una niña descubriendo el mundo real y aprendiendo a ser una mejor persona, algo bastante admirable ya que otros hubiera preferido seguir en una mentira.

—Me refiero a un equilibrio, no vulgar, no egocéntrica y no presumida. Pero sí amable, con confianza y humilde.

Chloé asintió, esta vez un poco más emocionada. Haría que todo el mundo la quisiera por las razones correctas y se olvidaran de la chica a la que todos odiaban. Sería una ejemplo a seguir para París y una inolvidable Queen Bee.

—¡Chloé! —Grito Sabrina, abriendo la puerta del baño.

El kwami se ocultó rápidamente entre los cabellos de la rubia mientras esta sonreía con normalidad a su amiga.

—Hola, Sabrina.

—Hice tu deber de historia y matemáticas. Aún estoy trabajando en el de geografía y química, pero estarán listos muy pronto.

Chloé sintió que se le rompía el corazón al ver a su amiga pelirroja tan agotada y con ojeras, pero de todas formas sonriendo como si estuviera feliz de tenerla a su lado y hacer cualquier cosa para que siguieran siendo amigas.

“Marinette tenía razón, me aprovechó de ella” Pensó con súplica Chloé.

—No te preocupes. No tienes que hacerlo.

Especial [Chloenette]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora