Capítulo Ocho

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—¡Y... Y ella dijo: Amuleto encantado! ¡Y entonces la perdí de vista! —Exclamó emocionada Alya, quien había llamado a Marinette inmediatamente Ladybug desapareciera.

Pero al no contestarle, no le quedo de otra más

—¿En serio? Vaya, quién sabe a dónde se habrá ido.

—¡En mi Ladyblog dicen que está en Japón!

Nino saltó de su cama, cayendo de rodillas en el piso de madera casi congelado.

—¿Japón?

En Japón/Tokio

—¡M'Lady!

—¡Rápido Chat! ¡Queen, ve por él y no lo pierdas!

La situación en la que se encontraban no era la mejor, ya que por alguna extraña razón terminaron en un anuncio publicitario de cepillo de dientes y, como no, Queen Bee había terminado casi cayéndose de allí de no ser por Chat, que estaba en las cerillas.

—¡¿Es necesario?! —Gritó, aterrada de aquella cantidad de personas que parecían miniaturas con tanta altura que le llevaban—. Ladybug no puedo hacerlo.

La mano de Chat estaba resbalosa, algo que a Queen Bee le dio muchísimo asco. Trató de cerrar los ojos para aligerar sus pensamientos, pero fue en vano ya que escuchó un sonido de algo parecido a... Metal doblandose.

—¡Chat! —Grito Queen Bee, llamando la atención del gato. Pensó en decirle: 'No quiero morir' o algo como 've por Ladybug' pero ninguna era lo que en realidad quería. —. ¡Lanzame!

'Eso sonaba mucho más inteligente' Pensó, satisfecha consigo misma.

—¿Lista? —Le preguntó el gato, dispuesto a hacer lo que su compañera le decía.

—¡Sí!

—Uno, dos...

—¡Chat! —Grito Ladybug.

Eso fue suficiente para que la desconcentración y preocupación dieran con Chat, actuando de golpe y arrojando a Queen Bee contra el duro asfalto del techo y haciendo que ella se golpeará la cabeza.

'Okay, eso tampoco fue muy inteligente' Pensó, segundos antes de cerrar los ojos.

Chat se movió rápidamente con su habilidad de gato hasta donde el villano de los portales estaba por golpear a Ladybug con una de sus burbujas. Técnicamente lanzado encima del villano, comenzó a rasguñarlo, consiguiendo quitar el objeto akumatizado que resultó ser un trozo de periódico y arrojandoselo a Ladybug.

Rasgando el papel salió una mariposa de color oscuro, haciendo que Ladybug agitara su yo-yo para capturarlo.

—No más maldades para ti, pequeño akuma. Ladybug atrapó el akuma, abriendo su yo-yo y soltando ahora a una mariposa purificada. Ella sonrió, al fin había hecho un buen trabajo esa semana.

—¡Ganamos! —Dijeron al unísono ella y Chat, chocando sus puños.

—Espera, ¿Dónde está...?

La pregunta de Ladybug quedó en el aire, ya que recordó que Queen Bee había necesitado del amuleto encantado para no caer de un edificio. El rostro de Ladybug se descompuso en un millón de piedras al ver el charco de sangre bajo los rubios cabellos de Queen Bee.

—¡Queen! —Gritó

'¿Queen? ¿Desde cuando se ponen apodos?' Pensó, con desagrado aquel compañero ¿Por qué le decía Queen? No es que fueran pareja, era sólo que sonaba...

—¿Queen? ¿Estás bien? —Preguntó Ladybug, llegando justo a su lado antes de escuchar el pitido de sus aretes, faltaba poco para que se destransformara.

Debía arrojar el objeto y devolver todo a la normalidad. Miro a Queen Bee y se sonrojo un poco al notar que ella tenía mucho más busto y una cintura más notable que la de ella.

'Espera... ¿Por qué la estoy mirando? ' Pensó, sonrojandose violentamente al instante sin poder impedirlo. Debía tomar la cuerda y listo, no pasaría nada.

Extendió la mano hasta donde se encontraba el nudo y lo desató, tomando la cuerda y poniéndose en pie, tragando saliva ruidamente. Sabía que no podía mirar así a las chicas, pero nunca había visto a una tan guapa como Queen Bee.

—¿M'Lady? ¿Qué esperas? —Chat Noir se acercó rápidamente al rostro de ella, haciéndola retroceder —. ¿Necesitas un beso mío?

Le puso una mano en el rostro, alejandolo de inmediato y arrojando la cuerda al aire.

—¡Miraculous Ladybug! —Grito, siendo rodeada por una gran banda de catarinad y apareciendo de repente de nuevo en París.

Ladybug dirigió su mirada a Queen Bee, pero sólo duro unos segundos antes que escuchara el que sería casi el último pitido de su transformación. Pero esperaba que se encontrará bien.

Ni siquiera alcanzo a despedirse bien de Chat Noir cuando ya estaba corriendo en dirección a su hogar. No podría permitir que nadie descubrier su identidad.

Por esa razón, cuando Queen Bee abrió los ojos y la vió irse, sonrió. Esa era su heroína y lo había bien, de nuevo.

—Gracias, abejita. Fuiste un estorbo, de nuevo.

—¡Oye! ¿Cuál es tu problema? ¡Tú fuiste quién me lanzó!

—Tienes que afinar tus reflejos, sino, nunca alcanzaras nuestro ritmo.

—¿Qué? ¿Ladybug te mando a la friendzone de nuevo? No es culpa mía que no quiera salir con alguien como tú.

Chat hizo puños sus manos, mirando al suelo y tratando de contenerse. No esperaba nada de Ladybug, sólo una muestra de que permanecería en su corazón por siempre, de que podría contar con ella... Pero...

Ahora la sentía tan distante. No era el único compañero de Ladybug, pero si quien la complementaba. Entonces ¿Por qué se sentía tan abandonado? No era como si su Lady fuera a cambiarlo por una abeja, eso era algo estúpido. Ambas eran chicas y, además, Queen Bee no tenía ningún poder ¿Como podría protegerla?

Chat rió. Que se burlara todo lo que quiera, pero él tenía una ventaja que ella desconocía.

—Dí lo que quieras, Queen Bee. Pero Ladybug nunca podrá reemplazarme.

—¡Oye, oye, somos compañeros! No rivales.

—¡Cuando allá un akuna, tal vez! Pero sino, cuídate, Bee.

—No tengo porque temerte.

—¿Y dime, por qué no?

Queen Bee sonrió. Ella también tenía algo de suerte de su parte.

—Porque ella sé perfectamente quién es ella.

Y olvidándose de aquella discusión tan tonta, corrió hasta la punta del edificio y saltó. Cayendo de pie en la cera y pudiendo correr cuanto quisiera, perdiéndose de vista.

Cuando Marinette hubo llegado a casa, aterrizo en las escaleras. Aún no se había mejorado del todo del golpe y esperaba que eso no le afectará para ir a la escuela, no quería que requerir de Chloé...

Sacudió su cabeza, tratando dw olvidarse de lo ocurrido ayer ¿Que le estaba pasando? ¿Por qué no dejaba de mirar a todas esas rubias como si fueran un bocadillo? Una cosa era Adrien, pero son chicas...

—Marinette, tengo hambre.

—Lo sé, Tikki. Te traeré un plato de galletas.

Pero antes de siquiera terminar la oración, la puerta de su cuarto fue abierta y dejó ver a uno de esos rubios que la hacían dudar de ella misma.

—¡Hola, Marinette!

Estaba claro que con o sin las transformaciones. Chloé y Adrien iban a tener una ligera lucha por llegar al corazón de aquellas chicas de coletas azules, que eran la misma persona.

Un cuadrado amoroso,  que ahora parecía más un hexágono.

Especial [Chloenette]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora