CAPÍTULO VIII

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Llevo esperando más de 15 minutos aquí, lo bueno es que decidí venir con una chaqueta muy gruesa, al instante me la pongo y sigo esperando, miro el reloj y son las 7:35 P. M. Reviso el móvil y no hay señales de Eduardo, no tengo idea de cómo sea su auto, pues, nunca lo he visto. Tengo tantas ganas de saber qué oculta bajo ese espectacular cuerpo, cuáles serán sus intenciones conmigo, ¿será un artista porno o algo parecido?

Escucho como el sonido de una corneta se acerca a mí, giro el rostro y se aproximaba una ''4RUNER'' gris, todos los vidrios están ahumados y los segundo se empieza bajar el vidrio de la parte derecha del auto, bajo la mirada ya que el conductor estaba del otro lado.

-¿Te vas a subir sí o sí? -.Grita Eduardo desde su asiento.

-Bellas horas de llegar.

Abro la puerta y me encentro en el asiento del copiloto.

-Hola George, que sexy luces no tan formal. -.Dice mientras me sonríe.

-¿Por qué tardaste tanto?

-Vamos, ¿solo eso tienes para mí? -.Hace un puchero. –Había tráfico, lo siento debí avisar. Por un momento pensé que te irías.

-Está bien no pasa nada. -.Le dirijo una mirada fulminante que al final le sonreí.

-¿Y bien? ¿Así saludas a las personas que te gustan? -.Pregunta con un tono demasiado pícaro.

-Que iluso, desearías tú. -.Le respondo apartando mi rostro y mirando las luces que iluminan la noche. Cuando Eduardo dijo estas palabras me puse muy nervioso que solo sonreía y no podía ocultar que de verdad me gustaba mucho.

-Vamos George, ¿no hay beso para mí? -.Vuelve a hacer un puchero.

-¿Quién dijo que te quiero besar? Además, mis besos son exclusivamente para Ana. -.Guiño mi ojo derecho mi yo interno comienza a saltar de la victoria

-Estúpido hombre. -.Responde a mis palabras y arranca el auto.

¿Por qué arrancó? Yo quería besarlo, besarlo ya.

-Eduardo, ¿A dónde vamos? -.Aún no sabía a dónde iríamos.

-Vamos a dejarte en casa de Ana.

-¿Pero qué rayos? -.Digo soltando pequeñas risas. –Ya dime, ¿a dónde vamos?

-Ya lo verás. -.Responde sin apartar la mirada de la calle.

El camino se tornó aburrido, las calles de la ciudad lucían hermosas, iluminadas y con pocos peatones a la vista. Hasta que por fin se detiene el auto.

-¿Llegamos Sr. Misterio?

-Sí, Sr. No doy besos solo a mi asistente.

Eduardo deja el asiento del piloto saliendo del auto y lanzando la puerta, al momento observo como rodea el auto, capté qué iba a hacer y actué antes, abrí la puerta y me baje lo más rápido que pude. Eduardo pone los ojos como platos y se queda detenido observando mi acción.

-¿Por qué hiciste eso? Eso me tocaba a mí.

-No seas estúpido, que ridículo se vería eso. -.Respondo mientras me doy vuelta, observo y empiezo a detallar el lugar.

Era un lugar muy ambiental, en la oscuridad daba algo de miedo, era un campo lleno de gramas y arboles alrededor y solo había pocas personas, por la hora. Observo hacia arriba y se ve el cielo muy hermoso, todas las estrellas se ven perfectas al igual que la luna misma, que lugar tan perfecto, jamás había venido, era espacioso, supongo que este el lugar donde los niños vienen en verano a volar cometas en el día. La diferencia es que son las 8:30 P. M. Y no hay nadie, solo una que otra pareja.

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