CAPÍTULO XI

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Hemos pasado más de cinco calles y aún no me dice ni le digo nada, solo se escucha el silencio y el sonido de los demás autos.

-No pensaría que estoy siendo testigo de mi propio secuestro si sería tan amable de decirme a dónde vamos.

-¿Por qué hablas tanto? ¿No te gusta el silencio? Que pesado.

-Disculpe por interrumpir su armonía Sr. -.Lo fulmino con la mirada.

Se inclina hacia la derecha y me da un tibio beso en la mejilla haciendo que me ponga rojo.

-No seas tan aguafiestas amor, regálame una sonrisa.

-No seas tan hijo de puta y conduce.

El auto ahora va más lento hasta que se detiene frente a un edificio muy alto con lujosas luce a su alrededor y árboles bien podados.

-¿Dónde estamos? -.Mi rostro se tornó confundido.

-Cállate y sal del auto. -.Obedecí y salí, estábamos en un estacionamiento, el del edificio.

Estacionó el auto mientras yo seguía detallando lo hermoso que era esto. Al terminar de estacionar se dirigió a mí y me abrazó, que bien se sintió eso.

-Te ves muy bien vestido así, no sé en qué momento te vestiste en el auto. -. Dijo a mi oído, provocando que me diera escalofrío.

-Pues a mí me encanta verte así, por cierto me gustan tus piernas, jamás las había visto, pero, ¿ya puedes soltarme? -.Al instante me soltó, y se puso rojo.

-Lo siento, en serio, no quería incomodar.

-No me incomodaste tú, me incomodó tu erección. -.Su rostro se puso aún más colorado, llevando su mirada a su miembro para luego taparlo con sus grandes y fuertes manos, sumergiéndose en un mar de carcajadas.

-Ya basta, vámonos de aquí, o me desnudaré y te hago mío en este preciso momento. -.Mis piernas temblaron y tragué en seco.

Se dirigió a mí y depositó en mis labios un pequeño beso.

-¿Nos vamos? -.Pregunta con voz suave.

-Claro que sí. -.Respondo apartándome de sus labios.

Tomó mi mano entrelazando sus dedos con los míos haciendo que este acto me ponga mucho más nervioso y nos dirigimos a la entrada, Eduardo se dirige a la recepción y no logro escuchar lo que habla al entrar, en la recepción se encuentra una mujer asiática con el cabello algo parecido al de Miley Cyrus, con vestimenta muy formal. Noto como le entregan una llave a Eduardo y este se dirige a mí.

Caminamos hasta el ascensor, llamo a este y nos quedamos esperando a que bajara con otras personas que hacían lo mismo que nosotros. Al llegar subimos rápido y marcó el piso 7, mientras tan amable le preguntó a los demás a dónde iban y los marcó por ellos, se puso detrás de mí y sentí como su mano sube por mi pierna haciendo que me den escalofríos y mirando para todos lados y observando las caras de las personas. Seguía subiendo y al llegar a mi culo posó sus manos ahí y apretó con fuerza, me ahogué en un gemido de deseo tambaleándome en el lugar, el ascensor se detuvo en el piso 4 y salieron 3 personas, cuando las personas se distrajeron aprovechó y tomó mis caderas con sus poderosas manos y haló hacia él, haciendo notar su erección. Tomé con mi mano su pene y con la otra me agarré de la pared del ascensor, si nos así, me caigo de rodillas, mis piernas eran unas gelatinas.

Por fin llegamos al piso 7, juro que fue el viaje más largo en ascensor de mi vida. Pedimos permiso y nos despedimos de las personas que aún quedaban ahí. Al salir me topo con un gran pasillo y una sola puerta. Me encuentro pegado a la pared y mis brazos son tomados presos por los brazos de Eduardo mientras me besa salvajemente mientras gruñe y se escuchan nuestros besos. Lo separo de mí, me toma de la mano y me conduce hasta la única puerta que hay, introduce la llave y abre.

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