Castiel, parte 2.

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No sabía que podías ser tan susceptible. - La sonrisa seguía en sus labios, yo comenzaba a sentir calor en mis mejillas. 

Creo que es normal, cuando te ofenden de tal forma. - Me crucé de brazos, mostrando un semblante serio. 

Oh vamos, era una broma. - Se tiró para atrás, hasta el punto de hamacar la silla y cruzó los brazos tras la cabeza mientras me miraba fijamente. 

No me gustan esas bromas. - Dije al mismo tiempo que evitaba su fija mirada en mí. 

Sin verlo, pude sentir como su sonrisa se agrandó y segundos después escuché su risa embriagadora que tanto me gustaba. ¿Se estaba burlando de mí? No entendía, pero a pesar de estar algo ofendida, no la estaba pasando mal del todo. 

Mejor hagamos el ensayo, quiero terminar cuanto antes. - Le dije, devolviendo una mirada firme, pero que en segundos se volvió dubitativa. Aún me miraba, y su sonrisa seguía ahí. No entendía que podía darle tanta satisfacción, pero me generaba demasiada confusión. 

Al final eres más interesante de lo que creí. - Ante tal declaración, me quedé helada. ¿Interesante? ¿A qué se refería? No había hecho nada más que ofenderme ante un insulto, ¿Eso me hacía interesante? Estaba más confundida que antes, mi corazón latía rápidamente y mi expresión seguramente era digna de una fotografía titulada "el nerviosismo personificado". 

El silencio se apoderó de la cocina, y aunque quería decir algo, nada se me ocurría. Intenté ignorar lo que había dicho e incluso tomé la iniciativa de comenzar el ensayo por décima vez, pero antes de apoyar el lápiz en el papel, Castiel se levantó. 

¿Piensas ignorarme? - Preguntó, acercándose a mí.

¿Eh? ¿Y qué quieres que responda si... - Y cuando volteé a verlo, estaba justo frente a mí, tan cerca que podía ver claramente sus bellos ojos color gris. - si... estás... - Comencé a balbucear, él parecía disfrutarlo. 

No sabía que hacer, era la situación más extraña por la que había pasado en mi vida entera y el responder ante ella se me estaba haciendo imposible. El chico que te gusta, te acorrala y solo te mira, sigue así llegar al punto en el que se vuelve perturbador, ¿qué hacer? No sabía. Y menos supe qué hacer cuando el se acercó aún más y simplemente me besó. 

Fue el tipo de beso que uno llamaría agresivo, sin embargo, pude llegar a disfrutarlo por el simple hecho de que era él quien me besaba y no otra persona. Es ridículo, la mayoría de las personas lo tomarían como acoso... pero esas personas no se la pasaron horas pensando en él, y simplemente lo tomarían como a un loco pero... esto... esto era como un sueño para mí. 

No sé cuanto duró, no sé como lo soporté pero cuando nos separamos, no atiné a decir nada. Nos mirábamos en silencio, hasta que un "já" salió de su boca.

¿Já? - Repetí confundida.

Creo que esto lo confirma. - Dijo, alejándose de mi, usando un tono de voz más serio que los anteriores. - Siempre te veo observándome, siempre estás pendiente de mí, incluso Lysandro lo ha notado. -  Rió levemente. - Y para que Lysandro note algo como eso, es porque eres bastante obvia. 

¿Ah, s-sí? - Titubeé. De pronto, todas las sensaciones hermosas que ese beso habían generado, ahora eran reemplazadas por una horrorosa sensación de ansiedad.

En un principio me dije que era una molestia, ¿quien necesita una chica tan reservada y perdida en su mundo? pero pensé en que Lysandro era mi mejor amigo y no pude justificarlo. Pensé que te rendirías, después de todo nunca te di la oportunidad de acercarte a mí pero siempre estabas ahí, pendiente de mí y ¡Por dios! No te cansas, niña. - Era la primera vez en mi vida que escuchaba a Castiel hablar con un tono de voz tan serio, tan determinado. - Terminaste por llamar mi atención, no sé como, pero lo hiciste. Y me gustaste.

¿En serio? Pero jamás me hablaste y... - No podía mirarlo a la cara.

Niña, déjame continuar o te irás en este momento. - Gruñó de forma intimidante, pero podía comprenderlo. ¿Cuando había visto a Castiel hablar de sus sentimientos? Exacto, jamás. - Así que aproveché esta ocasión y bueno. - Se encogió de hombros y momentos después, tomó mi mano con fuerza, hasta el punto de lograr levantarme de la silla.

¿Cómo puedo gustarte? Tenemos gustos muy diferentes y tú-

No empieces con la novela. Vayamos al punto. ¿Quieres estar conmigo o no?  - Inquirió de forma agresiva.

¡Obvio que sí! Pero es tan repentino que no puedo asimilarlo.

¿Quieres que te ayude con eso? - Su sonrisa socarrona me hizo sonreír a la par, y momentos después, me besó con la misma intensidad que algunos minutos atrás.

Fin. 

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