Lisandro, Parte 5.

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3.

"Lidiaré con tus problemas si es lo que hace falta para que te sientas mejor."

2

Creo que fue ingenuo de mi parte creer que la cosas se solucionarían bien, o simplemente, sin percances. 

¿Qué pasaba por mi cabeza al pensar que iba a poder dialogar con ese arrogante ser? Quizás me aferraba demasiado al hecho de que quería proteger a Anna, pero definitivamente, tendría que haber pensado mejor en todo, los detalles, considerar cada pequeña posibilidad, como siempre hacía. Sin embargo, esta vez ganó mi impulso irracional. 

Las clases estaban por terminar y nosotros seguíamos sentados detrás del invernadero del club de jardinería, ella ya volvía a sonreír de a poco, pues me había animado a cantarle una de las canciones que había compuesto para ensayar junto con Castiel. Su curiosidad extrema fue evidente cuando comenzó a preguntarme acerca de la canción, yo no me atrevía a revelar quien o qué había sido mi inspiración para escribir esta canción, pues se trataba de ella.

Siendo así, comencé a encaminarla hacia otros temas de conversación hasta que nos vimos interrumpidos por el repentino bullicio que se oía cuando llegaba el momento de volver a casa. Le dije que se quedara allí, que iría a buscar nuestras cosas. Lo creí necesario, pues si salíamos de ahí juntos, lo más probable es que las cosas empeorarían lo suficiente para que la ansiedad volviera a ella. 

Me dirigí sin cuidado al salón y durante el transcurso me encontré con Castiel, que tenía el ceño fruncido. 

¡¿Me puedes decir donde has estado?! - Vociferó, estaba furioso. - ¡Debí sentarme con la loca de Peggy por tu culpa! ¿Sabes cuantas preguntas estúpidas me hizo durante la clase? Quise morir. Te lo puedo asegurar. - Bufó. - Más te vale que tengas una buena excusa. 

Estaba con Anna. - Respondí, y ambos comenzamos a caminar en la dirección a la que me dirigía originalmente.

¿Anna? ¿La pitufa? - Su expresión, denotaba tanta sorpresa como picardía.

Amber estaba acosándola, me vi obligado a intervenir.

Ohh, así que "obligado" dices. - Respondió, alzando una ceja. - Creo que es la primera vez que te veo actuar tan extraño por una persona que ni siquiera roza lo extraordinario. 

Lo miré interrogante, el se encogió de hombros.

No es la gran cosa. ¿Qué te puedo decir? - Dijo indiferente, yo suspiré.

Castiel, por favor. - Le dije. 

Bueno, si te hace feliz, no puedo juzgarte. - Suspiró. - ¿Pasó algo más después de lo de Amber? 

Me enteré de algo... desagradable. Y quiero ayudarla. - Entonces entramos en el salón y sin dificultad pude divisar mi mochila, y la mochila de Anna.

¿De qué? - Preguntó, apoyándose contra la pared más cercana a la puerta.

Lo miré durante unos segundos, debatiéndome mentalmente si debía contárselo... pero a juzgar por su mirada inquisitiva, terminé contándole lo sucedido. No me sentía cómodo diciéndole la verdad, porque en primera instancia no era algo que realmente le incumbiera. Sin embargo, por primera vez en años debía descargarme con alguien, y Castiel era la persona ideal para hacerlo. 

Relatos cortos de Amour Sucré.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora