El último verano

12. Canciones para Alex

Chad Smith en multimedia.

Por supuesto que no soy una cotilla ni una maruja, pero cuando por casualidad escucho mi nombre, no puedo evitar interesarme y pegar la oreja. Soy todo oídos. Ya sé, ya sé eso de que no debe importarme lo que la gente dice o piensa de mí pero a todos nos importa, aunque solo sea un poco.

En esta ocasión, habían pasado unos cuantos días desde mi cita deportiva con Mike, yo iba a entrar en el hotel rodante cuando escuché a alguien nombrarme:

—Debes ser más amable con Alex.

—¿Por qué todos la tratáis tan bien? Ella ni siquiera debería estar aquí— bufó Aubrey notablemente molesta.

—Tú tampoco, pero aquí trabajas. Intenta ser su amiga— insistía Josh.

Había tratado de no acercarme mucho a ella después de lo sucedido con Sam, pero Josh estaba siendo un buen amigo y se lo debía. Tal vez podríamos enterrar el pasado y si ella hacía caso a las peticiones de Josh de ser amable, yo le correspondería.

Los dos estaban a solas en la cocina y yo no podía entrar a por mi móvil sin ser vista, por lo que esperé escondida a que alguien se acercara para entrar junto a él.

¿Qué puedo decir? Soy la reina de las ideas estúpidas.

—¿Te has enterado? Chad ha escrito una nueva canción y está tan convencido de que es genial que la presentará hoy mismo en el concierto— continuaba la conversación el bajista, tras hablar de varios temas más previamente.

Hacía varios minutos que habían dejado de hablar de mí, ya no les prestaba atención, solo quería entrar a mi habitación. Gracias a la virgen de la papaya, un chico desconocido terminó pasando por allí en dirección al camión.

—¡Hola George!— lo saludé con fingido entusiasmo mientras entrelazaba su brazo con el mío como si lo conociera de toda la vida.

—Me llamo...

—¡Qué gracioso!— continué mi actuación, entrando en la cocina— Hablamos luego.

Me encaminé apresuradamente a mi dormitorio y busqué mi móvil, dejando atrás al confundido chico. Alguien llamó a mi puerta justo cuando lo encontré.

—¡Adelante!

Josh hizo acto de presencia. Tenía una mirada burlona en el rostro.

—¿Alex? ¿Que hacías con el de la tienda de informática?

¿Qué?

—Es mi amigo— sonreí nerviosa.

—Tu amigo, el que contraté para que me arregle el portátil— asintió sarcásticamente.

¿Acaso estaba dudando de mi capacidad de socializar?

—Vamos, adoro a George, es el rey de las fiestas— continué inventando historias.

—George, ¿eh?— alzó una ceja— Es curioso que en su chapa diga "Paolo".

Paolo, qué gran nombre. Je.

—George es su segundo nombre, lo llamo así para fastidiarlo, tonto— lo golpeé en el hombro mientras mi risa nerviosa continuaba—. ¿Para qué tengo que darte explicaciones?

—Eres sorprendente, Alex Woods.

Yo más bien diría rara.

—Soy sorprendente y malvada y Maddison me llama. Adiós— dije descolgando la videollamada entrante y empujándolo hacia la puerta.