Hierba, flor, enredadera, tended un velo sobre todo esto: hay que borrar de esta raza hasta el más mínimo recuerdo.
Negra ceniza cubra sus altares, luego de la lluvia sutil la leve huella quede por siempre impresa en ellos.
El campo yermo sea
del gamo el lecho; nadie a asustarlo vaya ni a turbar a sus pequeñuelos.
Derrúmbense los muros cediendo a su propio peso; que nadie lo sepa, ni nadie en pie de nuevo los vea.
Después de leer los primeros cuentos de esta obra, debemos recordar que, una vez que Mowgli clavó la piel de Shere Khan en la Peña del Consejo, dijo a cuantos quedaban en la manada de Seeonee que de ahí más, cazaría solo en la Selva; entonces, los cuatro hijos de papá Lobo y de su esposa dijeron que ellos también cazarían en su compañía.
Mas no es cosa fácil cambiar de vida en un momento... sobre todo en la selva. Lo primero que hizo Mowgli cuando se dispersó la manada al marcharse los que la formaban, fue dirigirse a la cueva donde había tenido su hogar y dormir allí durante un día y una noche. Después les refirió a papá Lobo y a la mamá cuanto creyó que podrían entender de todas las aventuras que había corrido entre los hombres. Luego, cuando, por la mañana, se entretuvo en hacer que brillara el sol sobre la hoja de su cuchillo (que le había servido para desollar a Shere Khan), confesaron ellos que algo había aprendido. Después Akela y el Hermano Gris hubieron de narrar la parte que habían tomado en la gran embestida de los búfalos del barranco; con tal de oírlo todo, Baloo subió penosamente la montaña, y por su parte Bagheera se rascaba de gusto al ver cómo había dirigido Mowgli su batalla.
Ya hacía rato que había salido el sol pero nadie pensaba aún en irse a dormir, antes bien, durante el relato, mamá Loba levantaba frecuentemente la cabeza y olfateaba a menudo y con satisfacción cuando el viento le traía el olor de la piel de tigre desde la Peña del Consejo.
-Si no me hubieran ayudado Akela y el hermano Gris, nada hubiera podido hacer -concluyó Mowgli-. ¡Ah, madre, madre! ¡Hubieras visto a aquellos toros negros bajar por el barranco y precipitarse por las puertas de la aldea cuando me apedreaba la manada de hombres!
-Me place no haber visto que te apedreaban -dijo mamá Loba muy tiesa-. No acostumbro permitir que traten a mis cachorros como si fueran chacales. Buen desauite me hubiera tomado contra la manada humana, pero perdonando a la mujer que te dio la leche. Sí; a ella la hubiera perdonado. . . sólo a ella.
-iCalma, calma, Raksha! -intervino perezosamente papá Lobo-. Nuestra rana ha vuelto. . . y ahora es tan sabia, que hasta su propio padre ha de lamerle los pies. . . Después de esto, ¿qué significado tendría una cicatriz de más o de menos en la cabeza? Deja en paz a los hombres.
Como un eco, repitieron juntos Baloo y Bagheera:
-Deja en paz a los hombres.
Sonrió Mowgli tranquilamente y con la cabeza colocada sobre uno de los ijares de mamá Loba, dijo que, por su parte, no deseaba ver u oír a hombre alguno, ni husmearlo siquiera.
A lo que respondió Akela, levantando una oreja:
-Pero, ¿y si precisamente fueran los hombres los que no te dejaran a ti en paz, hermanito?
-Cinco somos... -afirmó el Hermano Gris mirando a los allí reunidos, y castañeteó los dientes al pronunciar la última palabra.
-Nosotros podríamos también tomar parte en la caza -observó Bagheera moviendo un poco su cola y mirando a Baloo-. Pero, ¿para qué pensar ahora en los hombres, Akela?
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El libro de las tierras virgenes.
Fiksi Umumpublicado en 1894, es una colección de historias escritas por el inglés nacido en India Rudyard Kipling (Bombay, 1865 - Londres, 1936). https://es.m.wikipedia.org/wiki/El_libro_de_la_selva.