Días atrás
Una de ellas se deslizó silenciosa, en medio de la noche.
Las sombras de la noche le permitían avanzar sin ser detectado por los centinelas apostados en diversas torres alrededor del perímetro del complejo. Llegó a una esquina y antes de doblarla, se paró y observó con atención las siluetas de los edificios cerca de él, pensando en que tal vez esa sería la última vez que haría algo de ese estilo. Aunque así lo deseaba, primero debía terminar esa misión. Caminó por entre dos edificios muy pegados, hasta que al fin vio frente a él lo que buscaba.
—Todo listo. —Susurró a un pequeño dispositivo que tenía en el oído. A pesar de estar vestido todo de negro y confundirse con la oscuridad circundante, su voz lo identificó como un hombre joven. Después de hablar, miró detrás suyo; en la penumbra, tan camuflados como él mismo, debían de aparecer en cualquier momento sus cuatro compañeros. La respuesta le llegó entonces, corta y clara, tal y como esperaba. —Entramos ahora.
La primera sombra asintió a pesar de que aún nadie lo veía y se aproximó al edificio que buscaba, un bloque hecho de ladrillos de un solo piso, con varias antenas en el techo y otros aparatos de diverso origen. La puerta estaba cerrada con un candado grande y firme que no daba señas de romperse con facilidad. Observando esta ínfima seguridad, sacó una varilla metálica de una pequeña mochila que llevaba consigo y con un resplandor tenue surgiendo de su brazo golpeó con fuerza el candado, que con un ruido que cortó la calma nocturna, cedió. Sin detenerse, la sombra entró. Cuando sus ojos se acostumbraron a la penumbra, revelaron un cuarto lleno de computadoras, radares, teléfonos y demás artilugios, además de un espejo en el que se reflejaba su rostro cubierto por una máscara y sobre éste un letrero que decía "laboratorio". Con lentitud, se acercó a una de las computadoras y la encendió en un solo movimiento; segundos después, la pantalla se iluminó con una ventana que pedía contraseña de acceso.
Quitándose la máscara que le ocultaba el rostro, sonrió.
Mientras tanto, en el otro lado del complejo invadido, las otras cuatro sombras avanzaban hacia el encuentro de la primera, que siendo el líder, les había informado que el camino estaba libre. Su avance era despreocupado, en silencio, los cuatro caminando al unísono y ensimismados en sus pensamientos. Tan tranquilos iban que su sorpresa fue mayúscula cuando al girar en una esquina, se encontraron con dos guardias con uniforme militar.
— ¡Las manos en alto! —Gritaron los dos al mismo tiempo. La sorpresa reflejada en sus rostros era casi cómica, aunque decidida. Las cuatro sombras rieron de forma sutil al ver esto y una de ellas avanzó un paso hacia los soldados.
—Vamos, señores, no tenemos que usar la violencia. Dejen sus armas y nosotros los dejaremos vivir. —Ordenó con voz autoritaria, el tono revelando que era una mujer.
— ¡Las manos en alto dije! —Repitió el guardia con voz firme. Sin embargo, el arma en sus manos temblaba y tras su expresión seria, se reflejaba un deje de nerviosismo que no parecía tener explicación: él y su compañero tenían armamento pesado y blindaje, además de entrenamiento en combate cuerpo a cuerpo. Si bien los intrusos eran cuatro, para dos soldados armados y curtidos, no deberían de representar mayor problema. Aun así, la forma en la que actuaba la mujer le hizo retroceder unos pocos pasos, y algo en su expresión, en sus gestos, en la forma en la que lo miraba despertaban un instinto primitivo de miedo, de pura preservación. Nervioso hizo una seña a su compañero, de forma sutil, para que sólo la identificasen ellos dos.
De inmediato, una de las sombras que se mantenían atrás de la mujer habló. —No es necesario que hagan eso. Déjennos resolver esto de forma beneficiosa para ustedes. —De nuevo, el tono reveló que también un ser femenino era dueño de aquella silueta.
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Daosled: El Último Heredero
Science FictionAlexander es un niño humano que un extraño día resulta transportado a una dimensión paralela, donde se encuentra con Jeorg y Yaroit, quiénes son los últimos sobrevivientes del planeta Daosled, destruido hace treinta años. Los tres tendrán que enfren...