Jeorg se fijó en los montículos que rodeaban su fortaleza. Excavada y construida en media montaña, vista desde arriba era espectacular.
Se preparaba para aterrizar, llevando dos bolsas en cada mano y una mochila en la espalda. Satisfecho por llegar, molesto por la misma razón, se preguntó si el niño ya habría despertado. Después de rescatarlo de la base de Efxil y Dyhret, él y Yaroit regresaron a vuelo rápido hacia su fortaleza, que escondida entre las montañas ofrecería un escondite seguro en el caso de que los dos Guapos decidiesen buscarlos para recuperar al pequeño. Ella llevaba al mocoso en su espalda.
Ya con él en sus manos, Yaroit quiso cuidarlo y Jeorg interrogarlo, y ninguno pudo hacer nada. Desde que lo llevaron había dormido y dormido, según la chica porque se excedió un poco en la dosis de sedante que le aplico en la jeringa para calmarlo. El hombre, sin más que hacer, decidió que buscaría algunas armas humanas además de provisiones, por lo que contactó a Chrystiane, un viejo conocido con el que estaba acostumbrado a hacer todo tipo de negocios. Ella insistió en que él vaya a recoger el pedido, alegando que era el más rápido, aunque bien sabía que no confiaba en dejarlo solo con el niño.
<<Y... creo que tiene toda la razón>>.
Jeorg suspiró. Gracias al rescate del niño y la insistencia de Yaroit comenzó una guerra de nuevo, se decía una y otra vez a sí mismo, hasta que a su mente llegaba la idea de que quienes cometieron la mayor y primera afrenta eran los Guapos. En algún momento acordaron no atacarse y Efxil violó ese acuerdo, por lo que lo único que hizo fue devolver el golpe. Sin embargo tampoco tenía que arriesgar tanto por un mocoso ajeno, se decía también, aunque el hecho de que la protección de ese inocente era importante y la seguridad de que esa guerra la pelearía tarde o temprano eran innegables. Tal vez eso le motivó a usar una de las pocas reliquias que mantenía de sus años dorados: un arma que si bien no era de las más poderosas destruyó con facilidad la nave de Efxil, para que todo el esfuerzo resulte en un niño humano durmiendo tan campante en una de las habitaciones de su fortaleza.
Cuando la noche cayó, con desidia partió de la fortaleza a vuelo lento, elevándose durante algunos minutos hasta casi rozar las nubes y descendiendo al llegar a la periferia de la ciudad, para aterrizar con un golpe seco. Cuadras más adelante, subió a un taxi y pidió ir a la zona céntrica, donde se encargó de comprar todo tipo de instrumentos y herramientas que se perdieron en la explosión de su nave y varios utensilios de primeros auxilios, además de una abundante cantidad de comida, comprando mucho y pagando en efectivo, sin que el abundante gasto represente ningún problema. Manejaba dinero en abundancia y esa noche en especial tenía ganas de pagar en efectivo, en lugar de manipular a los vendedores con su aura para luego reírse de ellos.
Después de todo esto, se sentó en la banca de un parque a esperar a Chrys. Con impaciencia miraba a los pocos autos que cruzaban las vacías calles, hasta que uno de ellos frenó con suavidad frente a él, la ventanilla se abrió y reveló a un hombre delgado, de cabello corto y de mirada profunda, con un rostro cuadrado, vestido con camisa y pantalón de tela. —Ut Serani Macpar, suba. —Saludó con una amplia sonrisa, abriendo la puerta del auto. Jeorg, no sin desconfianza, ingreso intentando quitarse de encima la estúpida sensación de peligro. Al fin y al cabo, no tenía nada que temer frente a un solo humano.
—Chrystiane, ha pasado algún tiempo. —Acotó, a forma de saludo.
—Sin duda, señor. Ahora la fortuna nos ha sonreído y aquí estamos de nuevo. ¿Cómo está la señorita Arcera? —Preguntó el vendedor, con interés. Jeorg estuvo tentado de decir que estaba más loca que nunca, pero se contuvo.
—Yaroit está bien. Hablaste con ella por teléfono, así que supongo que lo notaste. ¿Tienes lo que te pidió? —Aunque fuese un humano, sabía bien que en los últimos tiempos la cortesía no era de sus mayores virtudes.
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Daosled: El Último Heredero
Science FictionAlexander es un niño humano que un extraño día resulta transportado a una dimensión paralela, donde se encuentra con Jeorg y Yaroit, quiénes son los últimos sobrevivientes del planeta Daosled, destruido hace treinta años. Los tres tendrán que enfren...