En medio de una espesa bruma mental, recuperé poco a poco el conocimiento. Sacudí con suavidad la cabeza y abrí lento mis ojos.
—Ustedes dos... son los que... ah... mencionó Efxil. —Mi voz era apenas un susurro carrasposo. Estaba recostado en una habitación grande, vacía, adornada únicamente con la cama sobre la que yacía y una luz que venía del techo muy tenue—. Él dijo que harían esto. Pero... pero... seguro vendrá a buscarme...
El hombre, firme como una estatua, me miró con una mezcla de antipatía y sentido ácido del humor. —Espero que no se cumpla tu petición. Ahora que estas con nosotros, Efxil no tendrá reparo en asesinarte a sangre fría. —Sus ojos aunque cafés, lucían tan oscuros que lograron hacerme estremecer.
— ¿Matarme? —Exclamé con voz ronca, tosiendo—. ¡Ustedes son los que quieren hacerlo! ¡Él me estaba protegiendo!
El otro —la otra— me miró con una genuina sonrisa. — ¿Efxil te dijo eso? —Preguntó, amable, mirándome también, intimidándome con unos ojos demasiado bonitos como para ser los de una asesina.
—Me lo contó todo. —Respondí con miedo—. Me dijo de ustedes y de su intento por quedarse con mis poderes. Y que si no lo lograban me iban a asesinar. —Los dos estaban de pie a unos metros de distancia de la cama. El hombre se recostaba sobre el marco metálico de la puerta, ignorándome y la mujer ponía toda su atención en mí, inmóvil. Él, Jeorg creo, soltó un bufido. Hasta ese momento reparé en que ambos eran muy altos, tanto como para que tenga que levantar mi cabeza cuando me dirigía a ellos. Efxil y Dyhret también lo eran, sin embargo no me pareció raro en ellos. — ¿Qué poderes? Aún no eres nada. —Saliendo de los labios de él, la frase casi sonó como una recriminación.
—Los obtendré. Él me lo aseguro. —Objeté. Cuando el hombre abrió la boca para replicar, fue interrumpido por los movimientos de la chica. No me percaté si la bandeja en la que reposaban un vaso y un plato de una comida extraña ya estaba allí, o si salió en algún momento para recogerla. Todo era tan confuso, tan extraño.
—Come, luego hablaremos. —Me ordenó acercándome los alimentos, a lo que me alejé por puro reflejo hacia la pared. La chica, ¿Yaroit?, colocó la bandeja sobre el colchón dejándome ver su contenido: un vaso con un líquido que parecía cola y un plato donde descansaban papas con un trozo de carne y arroz. La comida tenía un tinte peculiar, un aspecto extraño a la vez que apetecible y ya que mi estómago rugía, mi cuerpo me traiciono y estiré el brazo para tomar el vaso, aún dudando. Hasta entonces no me di cuenta de que no estaba atado ni nada: era en pocas palabras libre y esos dos no me habían dicho que me quede en uno o en otro lado, a diferencia de Efxil, que no se molestó ni en darme comida. Ella, sin quitarme la mirada, habló con voz divertida. —Vamos niño. Come. No te vamos a hacer nada.
— ¿Y si tiene veneno? —Le interrogué con voz tenue e insegura. Jeorg, creo, emitió una risa corta, sin alegría. — ¿Veneno? —Espetó, apretando los puños mientras se acercaba amenazante—, ¿tantos esfuerzos que hemos hecho por encontrarte y piensas que te asesinaremos? No seas tonto, maldito niño.
La chica, Yaroit, le dedicó una mirada reprobatoria a Jeorg. —Déjalo en paz. Por cierto, ¿cómo te nombras? —Se dirigió a mí con tono amable—. Ya debes de conocernos, sin embargo me presentaré: soy Yaroit Arcera, Heredera de mi familia. Él es Jeorg Macpar, Heredero de la suya.
—Soy Alexander, —le informé con desconfianza. La chica presentó al hombre hablando con un poco más de respeto del que uso con ella mismo, lo que me llamo la atención. Jeorg, que me miraba con ojos inescrutables desde su posición, emitió un gesto de fastidio que mi cerebro omitió al fijarme bien en sus ojos: a pesar de ser dos esferas de color café, a ratos parecían destellaban con un brillo azulado, como dos perlas. Si bien era fascinante, solo me causó más miedo.
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Daosled: El Último Heredero
Science FictionAlexander es un niño humano que un extraño día resulta transportado a una dimensión paralela, donde se encuentra con Jeorg y Yaroit, quiénes son los últimos sobrevivientes del planeta Daosled, destruido hace treinta años. Los tres tendrán que enfren...