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Hoy es el día, el día que tanto tiempo llevábamos esperando. El día que robaremos el banco...

Y dirás, ¿un banco? Sí, un banco donde hay millones de monedas y billetes. Ese lugar es el puto paraíso. Sí, lo sé, ¿por qué siempre se roba un banco?
Por dos siemples razones:
1- La adrenalina que se siente al robar un lugar con tanta seguridad es comparable con una persecución de coches...
Solo que quitando lo divertido, en las persecuciones de coches puedes jugarte la vida.

Esos momentos que consigues esquivar las cámaras, las alarmas y lo que tenías planeado, sale perfecto, sientes un placer... Que no compararé. Sería demasiado obsceno.

2- Es muy divertido. Simple. Lo mejor es cuando en las noticias aparece que alguien se ha colado en el edificio dejando sin blanca a todos aquellos que guardaban su capital ahí... Imbéciles.

Ver la cara de indignación, exasperación, odio, preocupación... De todas esas personas, es realmente cómico. Y la expresión de confusión e ira de los guardias de seguridad y policías es, verdaderamente gratificante.

Que modales son estos... Ni siquiera me he presentado. Me llamo Perla, sí, Perla. Como la piedra preciosa que se encuentran en las ostras. Aunque me suelen llamar lince, aunque solo cuando estamos... "Trabajando".
Soy de estatura media, pelimorada con el pelo corto rozando mis hombros, tengo la cara más blanca que la luna y los ojos más azules que el mismísimo océano. Tengo 24 años y soy una experta en las artes... Hurtadoras. O en otras palabras, soy la ladrona más hábil que encontrarás en la historia.

Bueno, ya basta de presentaciones. Tengo prisa, ya sabéis... Un banco no se roba solo.

Bajo de mi habitación y bajo al salón, allí ya me están esperando dos compañeros. Carlo, también apodado águila y Francesco, que es puma.

Y por cierto, si alguien se pregunta el por qué de esos nombres... Sí, vivo en Italia. Una larga historia, que ahora no hay tiempo de contar.

-Toma, póntelo ya- dice Carlo pasándome un pasamontañas, que agarro al vuelo.
-Gracias. ¿Falta Rosetta?- a ella le pusimos el mote de guepardo... Sobra decir porqué.
Yo soy lince por mi vista, me fijo en las cosas, como las cámaras.
Carlo es águila porque una vez que se fija en su "presa" no para hasta conseguirla.
Y Francesco es puma porque... Ejem... Destroza a su víctima. Sí, es un hombre fuerte y musculoso.

-Sí, como siempre. Seguramente estará buscando algo- dice Francesco sentándose en el sofá del salón.
-¿No puede preparárselo una hora antes? No. Lo deja todo a última hora.- dice Carlo paseándose nervioso por la habitación, con sus manos en su cabeza.
-Tranquilo. Todos alguna vez nos hemos retrasado. - digo acomodándome el trozo de tela que me cubre la cara y solo deja a la vista mis ojos.
Él gira su rostro, también cubierto por el pasamontañas. Me mira con sus ojos oscuros, ligeramente entre cerrados y la nariz fruncida.

Creo que al pajarito no le ha gustado lo que he dicho.

-Cállate. No te he dado permiso para que hables- aun me observa con su rostro fruncido. Siempre igual, se cree que es el jefe, cuando sabe que somos un equipo. No hay superior, todos somos iguales. Los unos sin los otros no sabríamos sobrevivir. A veces es tan... Imbécil.

-¿Desde cuándo me tienes que dar permiso? Yo hablo si quiero- digo dando un paso hacia delante, acercándome a él. ¡Me saca de quicio!
Carlo me imita, frunciendo aun más la mirada. Si sigue con esa expresión al final se le quedarán unas arrugas horribles.

-¿Me estás desafiando?- dice señalándome con su dedo índice, cubierto por un guante negro.
-¿Tú qué crees, imbécil?- digo mirándole de arriba a abajo. Está vestido de negro, como todos. Una expresión de asco se deja ver en la zona sin tapar por la tela.

Perla.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora